
Con una oposición desgastada y ausente, el chavismo vuelve a arrasar en Venezuela
El PSUV se queda con 256 curules y 23 gobernaciones ante una oposición que se marginó, se dividió y volvió a demostrar su ineficacia para enfrentar a Maduro
El chavismo no ganó por mérito propio, sino porque enfrente no tuvo resistencia real. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) obtuvo una victoria contundente con 256 escaños y 23 de las 24 gobernaciones, mientras una oposición fragmentada, predecible y debilitada optó por autoexcluirse del proceso electoral, repitiendo errores que han fortalecido al régimen.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) registró una participación del 43,18% del padrón electoral, reflejo del desinterés ciudadano y del llamado a la abstención promovido por María Corina Machado, quien, nuevamente, apeló a la protesta pasiva sin ofrecer una alternativa efectiva frente al aparato chavista.
Mientras el oficialismo celebraba, la oposición volvió a dividirse. Un sector encabezado por Henrique Capriles, que decidió participar a pesar del boicot, logró apenas 11 curules con cerca de 300.000 votos. A ellos se suman otros partidos opositores considerados funcionales al régimen, que alcanzaron 18 escaños, sin lograr conformar una fuerza de contrapeso.
Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y jefe de campaña del PSUV, anunció que restan aún tres curules indígenas por definirse, pero ya anticipó el control absoluto del chavismo, que ahora domina la Asamblea y casi la totalidad del poder territorial.
Esta nueva victoria permite a Maduro consolidar su hegemonía institucional y avanzar en la reforma constitucional que ha prometido, sin oposición real en el Legislativo y con una ruta despejada para rediseñar el sistema político a su conveniencia.
En definitiva, la oposición venezolana volvió a fallar, y no por falta de razones para enfrentar al régimen, sino por la incapacidad de articular una estrategia unificada, creíble y efectiva. Entre boicots estériles y participaciones testimoniales, la alternativa democrática sigue atrapada en su propio laberinto, dejando al país sin una opción clara frente al autoritarismo.