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Gustavo Moya, el mecenas de los costureros bolivianos en Sao Paulo

Nadie es profeta en su tierra dice el refrán y el boliviano Gustavo Germán Moya Quispe es el vivo ejemplo de aquello en Sao Paulo, Brasil. Allí, el que fuera costurero por 25 años, ahora vende las máquinas de coser en sus dos tiendas, ayuda a compatriotas a quienes incluso dona estas herramientas para comenzar con la confección de ropa y obsequia canastas alimenticias.

“Hace años hice una promesa, porque a mí me tocó dormir en la calle. Me dije que si yo veo a un boliviano en esas mismas condiciones, yo le ayudaré”, así resume su filosofía de vida Moya, de 59 años, que vive desde fines de 1981 en Sao Paulo. Hace más de 40 años, el paceño, padre de cuatro hijos, había salido de La Paz y tardó dos semanas para llegar a la capital paulista.

“Lanzamos la moneda y había dos opciones: Argentina o Brasil y salió este último, por eso me vine con mis primos a Sao Paulo”, recuerda el hombre.

“El inicio fue muy difícil, porque yo no hablaba portugués, pero empecé a trabajar de todo. Caminé por la calle casi un mes y conocí a una boliviana que me contactó con un dentista boliviano con quien trabajé, pero nos pagó mal”, confiesa.

Después de aquella experiencia, Moya ingresó al mundo de la costura. “Un amigo nos dio la dirección de un coreano y así comenzamos”. Posteriormente se reencontró en Sao Paulo con un amigo del colegio. Aquella reunión fue vital, Gustavo conoció todos los secretos de la costura.

Moya fue primero costurero y a los años abrió su propio taller u “oficina”, como lo llaman en Brasil. “El sueño era tener mi propio taller y lo conseguimos. Llegué a tener 25 operarios, me fue bien y nos compramos nuestra casa”, relata delante de máquinas de coser, bordadoras, planchadoras y de corte, entre otras. La tienda nació en 2005 y se llama La-Paz Maq. El letrero, acompañado de una bandera boliviana, recuerda la ciudad donde nació y el país que añora. Más tarde inauguró otro comercio similar.

Dona máquinas de coser

Don Gustavo, como le llaman sus amigos, forjó su vida entre telas, máquinas de coser e hilos. Su prestigio creció en la comunidad boliviana, donde viven unos 350 mil compatriotas, de los que el 70% se dedica a la costura.

La experiencia de haber dormido incluso en la calle, hizo que Moya se convirtiera en una especie de mecenas para los bolivianos que buscan iniciarse en la costura de las prendas.

“Doné máquinas de coser para las rifas que hace la comunidad boliviana y también regalé algunas máquinas, pero siempre con perfil, no me gusta publicitarlo. Ayudo a nuestros hermanos bolivianos con problemas”, refiere Moya con un acento que mezcla el portugués y el español.

“Moya es conocido en la comunidad, donde siempre participa en acciones sociales. Ayuda bastante”, confirma Rosana Camacho, presidenta de la Asociación de Residentes de Bolivia en Sao Paulo (ADRB).

Durante la pandemia y ahora mismo, Moya entregó canastas con alimentos a los más necesitados, no sólo bolivianos incluso a algunos brasileños.

Así y de manera silenciosa, la imagen del excosturero y hoy dueño de dos tiendas, Gustavo Moya, creció en la gigante comunidad boliviana, donde muchos ven en él un ejemplo por seguir.

Es padrino y hasta conciliador de parejas bolivianas en Brasil
La familia Moya junto a los hijos y nietos en Sao Paulo, Brasil.


Gustavo Germán Moya Quispe no sólo es empresario, también es padrino y hasta conciliador de parejas en Sao Paulo, Brasil, donde muchos compatriotas se acercan a él incluso para pedirle consejos.
“Conseguí que cinco parejas peleadas se reconcilien, no pude con una sexta pareja”, cuenta el hombre de 59 años.


Moya es un personaje muy conocido en la comunidad boliviana, donde muchos conocen que un día fue costurero y ahora dueño de dos tiendas comercializadoras de máquinas de coser. “Siempre ayudamos con lo que podemos a nuestros hermanos compatriotas que llegan por primera vez a Sao Paulo”, refrenda.


El paceño es padrino de cinco ahijados; uno de ellos, Josué, vive en La Paz. “Fuimos incluso padrinos de matrimonio, que es una gran responsabilidad por el ejemplo que se debe dar”, recuerda Moya, casado con Juana Vásquez.


Moya es paceño y devoto de la Virgen de Urkupiña. Pasó por tres años el preste de la imagen, eventos en los que justamente donaba máquinas para que sean sorteadas entre la comunidad. Con cuatro décadas fuera del país, añora La Paz y Bolivia, la patria y la ciudad a las que siempre tiene presente en el corazón como el nombre de tienda La-Paz Maq.


Moya tiene familia además en Cochabamba y Santa Cruz, ciudades a las que también visita anualmente. “El boliviano siempre quiere volver a la patria, uno añora la tierra”, indica el empresario y excosturero.

Pagina Siete