Sistema Nacional de Ingreso en Venezuela: el plan del chavismo para controlar las universidades

El nuevo mecanismo de ingreso universitario viola la autonomía, ignora el mérito académico y replica un modelo cubano para moldear estudiantes fieles al régimen.

En Venezuela, el acceso a la universidad ya no depende del esfuerzo académico. El Sistema Nacional de Ingreso (SNI), impuesto por el régimen de Nicolás Maduro, ha sido revelado como parte de un plan ideológico para controlar la educación superior, según un informe citado por Infobae.

Prensa Libre

Lejos de ser un mecanismo para garantizar la inclusión, el SNI selecciona a los futuros universitarios según criterios socioeconómicos, no académicos, evaluando si el estudiante vive en un barrio, si su casa es de zinc o ladrillo, o si su familia es disfuncional. El propósito, según fuentes anónimas, es asegurar que quienes acceden a la universidad sean moldeables a la revolución bolivariana, no que tengan mérito ni formación previa.

Este plan no es nuevo. Durante años, el chavismo ha deteriorado intencionalmente la educación básica, eliminando exigencias, ignorando la meritocracia y pagando salarios de miseria a los docentes, todo con el objetivo de formar generaciones sin pensamiento crítico. El control ahora apunta directamente a las universidades más prestigiosas del país como la UCV, ULA, USB o LUZ, que aún figuran en rankings internacionales, pero que están bajo asedio.

El movimiento estudiantil ha denunciado la medida como una flagrante violación de la autonomía universitaria, al tiempo que el ministro de Educación Universitaria, Ricardo Sánchez, justifica el sistema diciendo que elimina la “venta de cupos”. Sin embargo, su historial político —pasando de opositor a ficha del chavismo— y su falta de preparación académica despiertan más dudas que confianza.

El objetivo de fondo parece claro: implosionar la universidad desde dentro, infiltrando a estudiantes que no cuestionen, que no piensen, que obedezcan. La educación, que debería ser un espacio de libertad y transformación, es ahora otra víctima más de un régimen que quiere controlarlo todo, incluso el pensamiento.