
El billete de Bs 100 pierde poder adquisitivo y agrava la crisis alimentaria en Bolivia
Inflación alimentaria supera el 20%, mientras que la pobreza real estaría por encima de las cifras oficiales, alerta Fundación Jubileo
El poder adquisitivo del billete de Bs 100 se ha desplomado, dificultando que las familias de bajos ingresos puedan cubrir sus necesidades básicas de alimentación, en medio de una inflación alimentaria que supera el 20% hasta junio de 2025, según la economista Carla Cordero, investigadora de la Fundación Jubileo.

Cordero cuestiona las estadísticas oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), que reportan que el 36% de los bolivianos vive en pobreza moderada y el 12% en pobreza extrema. Ajustando esas cifras a la inflación real, la pobreza podría alcanzar el 44% y la pobreza extrema el 18%, revelando la existencia de “pobres ocultos” que no están reflejados en las cifras oficiales.
La economista subrayó que para cubrir la canasta básica alimentaria, una persona necesitaría al menos Bs 468 al mes, lo que equivale a unos Bs 15 diarios, o solo 5 bolivianos por comida, un nivel que hoy es insostenible para la mayoría.
La Fundación Jubileo también denuncia que las acciones del Gobierno son insuficientes y de corto plazo, y atribuye el problema a factores estructurales como la escasez de dólares, la caída de las reservas internacionales, el desabastecimiento de combustibles y el abandono del sector agropecuario.
Según Cordero, los pequeños productores rurales, responsables del 60% de los alimentos que llegan a las ciudades y que todavía emplean métodos ecológicos, están en crisis por la falta de insumos y combustible, lo que encarece los alimentos y reduce la oferta interna.
La investigadora propone apoyar a estos agricultores con créditos flexibles, infraestructura rural y garantizando el abastecimiento de diésel y agroquímicos.
En el contexto electoral, Jubileo critica que las propuestas de los candidatos se enfoquen en la gran agroindustria y no en el pequeño productor, y expresa preocupación por la posible liberación irrestricta de exportaciones o el uso de transgénicos.
Finalmente, Cordero advierte que, aunque la FAO no habla de hambruna en Bolivia, sí alerta sobre un riesgo creciente de inseguridad alimentaria aguda, que ya se traduce en familias que comen menos o se saltan comidas por falta de recursos, y que la situación podría empeorar si no se toman medidas urgentes.