Cinco años de la flagelación y asesinato de Illanes, cuando el MAS también habló de “golpe”

“Otra vez, el Gobierno nacional, ha derrotado un golpe de Estado. De eso estoy convencido y saben los dirigentes”, decía sonriente Evo Morales, dos días después del asesinato de su viceministro de Régimen Interior, Rodolfo Illanes, torturado en Panduro por cooperativistas mineros, hace exactos cinco años.

El jueves 25 de agosto de 2016, el entonces viceministro de Régimen Interior, Rodolfo Illanes, era tomado como rehén y luego asesinado por los mineros cooperativistas que protestaban contra la aprobación de la Ley de Cooperativas que aprobaba la creación de sindicatos en esas empresas.

Prensa Libre

El régimen de Morales y sus ministros, en especial de Gobierno, Carlos Romero, y de la Presidencia, Ramón Quintana, acusaron a los cooperativistas de ser “conspiradores”, y luego se lanzaron en una campaña para denunciar que ese grupo quería tener “carta libre” para firmar contratos con empresas privadas.

Durante la jornada se produjo el bloqueo en la carretera a Oruro, en la zona de Panduro, donde miles de mineros se habían concentrado con la amenaza de llegar hasta la sede de gobierno. Día antes habían tomado a un grupo de policías como rehenes, los golpearon y soltaron con advertencias de incrementar las medidas de presión.

En horas de la mañana, Illanes se desplazó al lugar con su chofer y edecán, ingresó en una plaza y fue reconocido y capturado. Horas más tarde, se comunicó con Romero para pedir que se evite cualquier operativo policial.

“Me han tomado como rehén, hermano ministro. Yo estaba entrando a Mantecani solo y estaba contabilizando cuántos compañeros estaban en los cerros y en el pueblito, en la plaza de Panduro, ahí me han tomado como rehén. Le rogaría doctor que paralice cualquier actividad de despeje de vía y cualquier enfrentamiento”, fue una de sus últimas comunicaciones.

También hubo llamadas al segundo de Romero, el director de Régimen Interior, José Luis Quiroga, quien con gritos amenazantes enfureció más a los mineros que ya alertaban tener “dos cajones” para matar a Illanes y su acompañante.

Las bajas por impacto de bala de los mineros Severino Ichota, Fermín Mamani y Rubén Aparaya Pillco, había enardecido al sector cooperativista. La vida de Illanes ya pendía de un hilo y no hubo atención desde el régimen de Morales ni sus ministros.

“Otra vez el Gobierno ha derrotado un golpe de Estado. Tenemos informaciones preocupantes. Era algo preparado para tumbar al Gobierno”, reiteró Morales, en un afán de politizar la tragedia. Luego dijo que “la derecha” estuvo detrás de las movilizaciones mineras.

Romero también se sumaba a esa versión, en caravana de medios, argumentando que los mineros manejaban grandes cantidades de explosivos y dinamitas, además de armas.

“Este era un movimiento altamente conspirativo, un movimiento político y un movimiento que estaba dirigido cuando menos a desestabilizar al Gobierno (…) En la comunicaciones entre los cooperativistas se hablaba de derrocamiento del Gobierno”, decía el otrora ministro a 48 horas después de los trágicos hechos.

La Fiscalía determinó la aprehensión y posterior imputación de los mineros Carlos Mamani, Carlos Castro y Julián Pinto. Luego se daría la detención de una veintena más de cooperativistas, mientras otros salían del país. Nombres como Josué Caricari y Freddy Cruz eran presentados como los autores materiales del asesinato del viceministro.

El cuerpo de Illanes fue encontrado al anochecer por el entonces diputado del Movimiento Al Socialismo (MAS), Franklin Flores, y la versión se difundiría, como en los tiempos pasados, por las radios mineras. Fue cerca de la medianoche que Romero salía a confirmar: “Todos los indicios indican que nuestro viceministro Rodolfo Illanes ha sido cobarde y brutalmente asesinado”.

Illanes fue golpeado durante seis horas, las laceraciones en su cuerpo provocaron hemorragias, fue obligado a bajar del cerro de rodillas, lacerando sus piernas y al final recibió golpes de piedra en la cabeza, que terminaron con su vida.

Al día siguiente, en conferencia de prensa y con rostros compungidos, salía la cúpula de Gobierno, con Morales al frente, para acusar una “conspiración política” de la Federación de Cooperativas Mineras (Fencomin). El bloqueo de una semana se levantó, los mineros fueron perseguidos y el cuerpo de Illanes fue sepultado bajo honores gubernamentales como “defensor de los recursos naturales” y una placa en el auditorio del Ministerio de Justicia.

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