
“Bolivia no es un país fallido”: Arce responde a Boluarte pero evita autocrítica sobre la crisis interna
El presidente boliviano rechaza los dichos de la mandataria peruana, aunque omite reconocer los problemas estructurales que afectan al país
El presidente Luis Arce salió a responder a la presidente del Perú, Dina Boluarte, quien incluyó a Bolivia entre los ejemplos de “países fallidos” junto a Cuba y Venezuela, en su reciente discurso por el aniversario de la independencia peruana. La reacción del Gobierno boliviano fue inmediata, aunque muchos señalan que el oficialismo evitó cualquier tipo de autocrítica interna.

Arce calificó las declaraciones de Boluarte como “inadmisibles” y aseguró que no reflejan el sentir del pueblo peruano, con el que Bolivia mantiene vínculos históricos. A través de redes sociales, afirmó que “Bolivia no es un país fallido” y anunció la convocatoria al Encargado de Negocios del Perú en La Paz para expresar el “profundo rechazo” del Estado Plurinacional. También se instruyó a la representación diplomática boliviana en Lima a presentar una nota formal.
El viceministro de Relaciones Exteriores, Elmer Catarina, reforzó la postura, repitiendo el discurso oficial sin mayores matices. Desde Perú, el canciller Elmer Schialer respondió que las declaraciones de Boluarte fueron malinterpretadas y que la presidenta no ofrecerá disculpas.
Lo que quedó ausente en la respuesta boliviana fue cualquier alusión a los problemas estructurales, crisis económica, desgaste institucional y la creciente desconfianza ciudadana que atraviesa Bolivia desde hace años. El uso del conflicto como bandera nacionalista fue evidente, aunque sin respuestas concretas sobre cómo el propio Gobierno enfrenta el deterioro del país.
La polémica también generó reacciones en el ámbito político nacional. El candidato presidencial Samuel Doria Medina respondió que Bolivia ha logrado consolidarse como una nación diversa y con niveles destacables de emprendimiento popular, aunque reconoció que el país necesita liberarse de ideologías erradas para alcanzar su verdadero potencial.
A su turno, Manfred Reyes Villa fue más directo: rechazó “categóricamente” las declaraciones de Boluarte, pero también apuntó al modelo de gestión interna como responsable del daño a la imagen de Bolivia. “Lo que ha fallado no es el país ni su gente, sino un sistema que ha deteriorado nuestras instituciones”, dijo.
Mientras tanto, la tensión diplomática parece haber sido utilizada por el Gobierno como un intento de cerrar filas, apelando al patriotismo discursivo, sin abordar las causas reales que motivan la percepción internacional sobre Bolivia. La pregunta de fondo no es solo si Bolivia es o no un “país fallido”, sino qué se está haciendo para evitar que lo sea.