
Bombardeo de EE.UU. deja vulnerable a Irán y pone a prueba su alianza con Rusia
Teherán pide apoyo a Moscú, pero el Kremlin duda ante el riesgo de perder inversiones y tensar la relación con Trump
El reciente bombardeo de Estados Unidos contra instalaciones nucleares de Irán ha dejado a Teherán en una situación de vulnerabilidad internacional. La mirada global se dirige ahora hacia Moscú, su principal aliado, cuya reacción ha sido marcada por la cautela, mientras evalúa los riesgos de involucrarse en otro conflicto regional en medio de su guerra en Ucrania.

El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, viajó a Moscú este lunes para sostener una reunión clave con el presidente Vladimir Putin, buscando respaldo ante la operación militar que el presidente Donald Trump calificó como una “obliteración”.
Pese a los lazos estrechos entre ambas naciones, fortalecidos en los últimos años con el suministro de drones iraníes a Rusia, la ayuda militar recíproca parece poco probable. Analistas citados por CNBC aseguran que Putin está limitado en su capacidad de apoyo, debido a su propia campaña militar en Ucrania.
Holger Schmieding, economista de Berenberg Bank, señaló que Putin “probablemente tiene poco que ofrecer más allá de palabras”, ya que necesita concentrar sus recursos en su conflicto con Ucrania. Además, un respaldo abierto a Irán podría tensar la relación con Trump, quien podría responder con nuevas sanciones contra Rusia.
La respuesta oficial rusa hasta el momento ha sido diplomática: instó a Irán e Israel a buscar una salida pacífica y no se comprometió con medidas concretas.
Riesgos para Moscú en Medio Oriente
Si bien una escalada en Oriente Medio podría beneficiar indirectamente a Moscú —distrayendo a Occidente del frente ucraniano y elevando los precios del petróleo—, los riesgos para los intereses rusos en la región son significativos. La posible desestabilización de Irán amenaza millonarias inversiones rusas, especialmente en petróleo, gas e infraestructura.
El experto Nikita Smagin recordó que Rusia fue el mayor inversor extranjero en Irán en 2024, con más de $2.760 millones ya invertidos y proyecciones de hasta $8.000 millones en el sector energético. Ahora, ese capital podría estar en peligro.
Con la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria el año pasado, Rusia ya perdió influencia clave en la región, y una crisis profunda en Irán podría ahondar ese retroceso estratégico.
Un equilibrio frágil
El Kremlin camina sobre una cuerda floja: mantener la alianza con Irán sin poner en juego su relación con EE.UU. y sin comprometer más recursos militares. A la vez, busca capitalizar el aumento del petróleo y el posible desvío de atención occidental de Ucrania.
Mientras tanto, la visita de Araghchi pone a prueba los verdaderos límites de la cooperación ruso-iraní. Moscú enfrenta la disyuntiva de intervenir para proteger sus intereses o asumir pérdidas económicas a cambio de mantener una postura prudente en la arena internacional.