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Niños con Down rompen las barreras de la discriminación

“Si el costo económico no fuese tan alto, entonces todos tendrían la misma oportunidad”. Esas palabras las dice Margot Choque, madre de un joven de 17 años con síndrome de Down.

La mujer participó ayer en la caminata por el Día Internacional de las personas con síndrome de Down. Aunque su hijo no estuvo presente, ella salió a las calles para pedir una sociedad inclusiva.

Más de 150 personas se reunieron en la fuente de El Prado. Llegaron hasta el Ministerio de Economía y volvieron al punto de partida para iniciar un festejo con la premisa de igualdad. “Nos falta crear conciencia en la población, seguimos viendo a la persona con síndrome de Down como algo diferente, pero ellos son como todos nosotros, tienen los mismos derechos y obligaciones”, destacó en la actividad Juana Romero, comunicadora del Comité Nacional de la Persona con Discapacidad.

Los transeúntes que miraban la manifestación de los jóvenes y los niños con síndrome de Down se quedaban sorprendidos al ver la alegría que ellos expresaban en cada baile.

Betty Rivero acompaña a su hijo de 13 años, Kevin, quien, de rato en rato, se pone a bailar junto con sus compañeros.

Aparte del síndrome, es frecuente que ellos tengan otros problemas de salud. “Él estuvo mal del corazón. Hasta sus 10 años ha vivido en el hospital. A veces se ponía morado y tenía que internarse en el hospital porque sus tratamientos eran de 10 días. Hace tres años tuvo la última cirugía, después le inscribí a un centro y aprendió a ser independiente”, contó.

A Nicolás, los instructores de un instituto no le dejaron aprender baile. “Me dijeron que no, que mi hijo no podía estar con los otros, porque los otros tienen una exigencia alta. Él no quería retirarse, pero lo sacamos. Se sufre, pero por otro lado se sigue cosechando gente muy amable, como los médicos, los terapeutas y la gente fantástica”, destacó Margot. Al año su hijo se graduará de un colegio particular con la ayuda de un tutor.

“Sería bueno que el Gobierno boliviano nos apoye con tutores para que estos niños puedan continuar estudiando”, acotó la madre. Aparte de las pensiones del colegio, la familia de Nicolás debe pagar 1.200 bolivianos al tutor.

Según el Viceministerio de Igualdad de Oportunidades, en Bolivia existen 78.000 personas con capacidades diferentes. De este número, 4.000 tiene síndrome de Down y 2.000 cobran el bono de discapacidad que otorgan los municipios.

Mayra Felicidad Chirnos baila desde sus ocho años. Tiene 23 y es instructora de danza. Ayer presentó una cueca paceña junto con su mamá. “Ella hace atletismo y danza. Es tan independiente como la palabra. El síndrome de Down no es una enfermedad contagiosa, deben ayudarnos a difundir. Las personas no quieren acercarse porque creen que es una enfermedad, pero es simplemente un cromosoma de más”, dijo Madid Álvarez, la madre de la joven.

Mayra viajó a diferentes lugares llevando su ritmo junto al grupo Golondrinas. “Me gusta la morenada porque es linda”.

Pagina Siete.

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