Peregrinos expresan su fe con días de caminata
Cientos de peregrinos recorren cerca de 140 kilómetros, en más de dos jornadas de duración, hasta el santuario de la Virgen de Copacabana en el lago Titicaca, en una manifestación de fe tradicional en la Semana Santa.
Equipados para una larga travesía con sombreros, mochilas con ropa liviana, abundante líquido, prendas impermeables para la lluvia y otras térmicas para afrontar el frío, además de un pequeño botiquín, es normal ver a los devotos a un lado de la carretera que conecta a La Paz con la frontera con Perú en el lago.
La ruta implica atravesar la meseta altiplánica boliviana por los poblados de Peñas, Huarina, San Pedro y San Pablo de Tiquina, y Tito Yupanqui hasta la sede del colonial templo de Copacabana, en un desafío que implica hacer hasta doce horas de caminata por día.
Los primeros peregrinos partieron el lunes y martes pasados, con el propósito de transitar los varios de kilómetros a paso lento y continuo para evitar dañarse los pies y poder llegar a destino el Viernes Santo (hoy) hasta mediodía.
Están también quienes por su responsabilidad laboral apenas emprenderán la caminata desde el jueves por la tarde, en algo que implica un esfuerzo adicional ya que deberán recorrer los casi 140 kilómetros sin descanso.
Con cinco horas de caminata, tras haber partido desde El Alto, ciudad vecina de La Paz, los esposos Carla y Luis Velasco aseguraron a Efe que hacer la peregrinación a Copacabana “es un momento especial” de regocijo y para pedir el perdón de sus pecados.
Este matrimonio realiza el recorrido por novena ocasión y van por la carretera tomados de la mano en una práctica que, según señalaron, la inculcó el padre de Carla, que hizo el recorrido durante veinte años.
Por su parte, Luis Velasco indicó a Efe que esta ocasión es espacial para él, ya que el peregrinaje lo hace recordando a su madre que falleció hace más de un mes.
Las escenas de los peregrinos evocan todo tipo de sentimientos, como la de los adultos que caminan junto a sus niños, parejas de enamorados, penitentes que recrean la Pasión de Cristo y familias que decidieron hacer el viaje a pie con alguna de sus mascotas.
No faltan quienes que, con un ambiente más aventurero, se sumaron a esta procesión con música a todo volumen entre risas y simpatía.
Más de uno muestra su adhesión a las creencias del catolicismo y enseña rosarios, estampitas religiosas y pequeñas estatuillas de la virgen de Copacabana.
En la extensión del trayecto, las autoridades bolivianas desplegaron patrullas de Policía y puntos de atención médica, para atender cualquier emergencia que se pueda presentar en los caminantes.
Inclusive, algunos pobladores acogen a los peregrinos y brindan a algunos bateas de agua con sal, útil para reponer a los pies del cansancio y, según se dice, favorable a la cicatrización en caso de heridas.
En esta experiencia se sufre, se ríe y se llora, pero también otorga una gran paz espiritual, según los creyentes.
La imagen de la virgen de lago se venera desde 1583, lo que la convierte en uno de los santuarios marianos más antiguos de América junto al de Guadalupe en México, y está declarada Reina de la Nación en Bolivia, donde cuenta con numerosos devotos, que la honran especialmente en fechas como el Viernes Santo. (EFE)
El Diario.