Periodista, testigo clave, no vio a Franclin Gutiérrez dirigir ningún ataque contra policías en La Asunta

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Periodista, testigo clave, no vio a Franclin Gutiérrez dirigir ningún ataque contra policías en La Asunta
Periodista, testigo clave, no vio a Franclin Gutiérrez dirigir ningún ataque contra policías en La Asunta

Justo cuando iban a ir a San Antonio, donde horas más tarde iba a ser herido el teniente de Policía Daynor Sandóval, emboscado por cocaleros de La Asunta, según el gobierno, los integrantes de la comitiva encabezada por Franclin Gutiérrez cambiaron de rumbo y decidieron, como tocados por un hado, ir a verificar la erradicación de cocales a Puerto San Lorenzo, a 45 minutos del lugar fatídico.

El periodista Rubén Araníbar (foto) recuerda ese pasaje con la precisión de un reloj suizo porque era parte de la comitiva, en calidad de invitado. Quedó atónito cuando se enteró, a través de las redes sociales, a eso de las 22:30 de ese mismo viernes 23 de agosto de 2018, que el ministro de Gobierno, Carlos Romero, responsabilizaba de la muerte del policía Sandóval, a Gutiérrez.

Estuvo con Gutiérrez, presidente de la Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca), desde las seis de la mañana hasta las ocho y media de la noche, hora en que llegaron de vuelta a La Asunta. En esas 14 horas, no vio al dirigente de Adepcoca organizar ningún ataque contra policías ni comandar un grupo irregular tipo Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Sí, vio llorar a hombres y mujeres por sus cocales erradicaos; sí, escuchó testimonios de gente abusada y niños atemorizados por efectivos de la FTC; sí, oyó muy lejos ecos de explosiones que no supo identificar si eran petardos o balas. También vio a mujeres cocaleras poner guirnalda en el cuello del dirigente cocalero.

En diálogo con RimayPampa, el periodista Araníbar, que viajó a La Asunta la tarde del jueves 23 de agosto por instrucción de la jefatura de Prensa de Cadena A, rememoró hora tras hora lo que vio ese viernes 24 de agosto, día de San Bartolomé, en aquella región que se convirtió en el centro de atención del país durante semanas por la violencia que sufrió.

La comitiva partió de La Asunta en tres vehículos pasadas las seis de la mañana. La primera parada fue “Asunta la Vieja”; la segunda: Regional La Asunta, donde los integrantes del grupo se sirvieron el típico desayuno yungueño (arroz, plátano frito, huevo frito en aceite y carne asada).

Cuando se dirigían, entre las 10:30 y 11:00, a la tercera parada: Puerto Unido, Araníbar recibió una llamada telefónica del Viceministerio de Coca y una propuesta para hacer un sobrevuelo por el lugar de conflicto con el objetivo de “mostrarle lo que pasaba”. Previamente, le preguntaron dónde estaba y con quiénes.

Por su ubicación geográfica, el periodista concluyó que era “complicado” dirigirse hasta el cuartel de la FTC porque no estaba en vehículo propio; tampoco sabía a qué distancia exactamente estaba desde donde se encontraba, en ese momento. Entonces, escuchó que le dijeron: veremos cómo podemos hacer, tal vez podemos ir a recogerlo desde donde se encuentra. Pero no lo volvieron a llamar durante todo el día.

Horas después, aproximadamente a las dos de la tarde, llegó hasta sus oídos los primeros rumores sobre enfrentamientos en el puente San Antonio, a donde la comitiva tendría que haber ido al filo del mediodía.

De inmediato, habló por teléfono móvil con el Cnel. Ledezma, comandante de la FTC, asentada en el campamento de Siguani Chico. Rubén repite «textual” lo que le dijo el policía: Es la tercera vez que los cocaleros (nos reciben) a punta de bala, no son buenitos, tenemos tres personas heridas.

Tras conversar con el policía, el periodista quiso ir hasta el lugar del enfrentamiento, pero no pudo porque no tenía posibilidades de movilizarse en vehículo propio, por lo que quedó con el coronel en una segunda llamada que nunca se produjo.

Más o menos a esa misma hora, en La Paz, la Policía estaba mandado un mensaje a los whatsapp de los periodistas del área de seguridad para convocar a una rueda de prensa en la que iban a informar sobre una emboscada cocalera a efectivos del FTC, en La Asunta.

No se encontró con «grupos de terror»

De retorno de Puerto San Lorenzo a La Asunta, cuando el sol marcaba las cuatro de la tarde invernal, la comitiva pasó otra vez por Puerto Unido y San Antonio, y constató restos del enfrentamiento: humo de gases lacrimógenos, ecos de explosión, gente llorando de impotencia y de rabia.

Desde la otra rivera del rio, Rubén vio mujeres quejándose por su coca erradicada y niños asustados, y divisó a una muchacha que sollozaba de bronca por el trato abusivo policial recibido. Entonces, prendió su cámara e hizo tomas de los restos de la erradicación forzosa, pero no vio cocaleros armados ni constató disparos de armas de fuego, tampoco se topó con “grupos de terror”.

Araníbar podía cruzar al frente del rio para grabar mejor el dolor humano, pero la delegación decidió retornar a La Asunta. Además, él también llevaba prisa, tenía que llegar a un lugar con buena señal de internet y telefonía móvil para mandar las imágenes del día al noticiero central de Cadena A.

Después de cumplir con la teleaudiencia y antes de acostarse en su habitación, revisó las redes sociales… y se enteró alrededor de las 22:30 de la muerte del policía.

Sobresaltado, salió en busca de Gutiérrez, que también estaba en el mismo hotel. Tocó la puerta de la habitación del dirigente cocalero y éste apareció con los ojos achinados, somnoliento y con cara de pocos amigos contra el que había osado despertarlo. El periodista lanzó la pregunta a bocajarro: ¿Cuál su respuesta a la acusación del Ministro de Gobierno, que dijo que usted es responsable de la muerte del teniente Sandóval?

La pregunta sin anestesia despertó a Franklin Gutiérrez como un balde de agua fría. No supo qué responder, sólo atinó a despertar a los otros dirigentes para informarles sobre lo que estaban diciendo en La Paz de los supuestos hechos que había sucedido por donde ellos habían estado ese día.

Gutiérrez pidió al periodista responder mañana debido a que una acusación de ese calibre debe ser considerada en una reunión de Adepcoca.

Rubén tuvo que volver a su habitación y apenas concilió el sueño, pasó horas meditando sobre los hechos que no vio y que, según el gobierno y la Policía, sucedieron en el lugar donde él estaba. También se puso a pensar en la respuesta de Franklin Gutiérrez, prometida para el día siguiente.

Cuando nacía el día, el periodista se arregló un poco y fue en busca de Gutiérrez para enviar la primicia a los noticieros de madrugada, pero éste ya ya no estaba en el hotel, había partido a Chulumani a eso de las cuatro de la mañana.

Gutiérrez está detenido en San Pedro hace 52 días

Cuatro días después de ese viernes, el 27 de agosto, la Policía aprehendió al Presidente de Adepcoca y, después, un juez ordenó encarcelarlo en el penal de San Pedro de La Paz. El ministro de Gobierno, Carlos Romero, confirmó ese lunes la presentación de una querella criminal contra Gutiérrez por el asesinato del teniente Daynor Sandóval.

“Se ha presentado una querella criminal contra él y otras personas como autores intelectuales y materiales de esa muerte, y se les ha imputado por los delitos de organización criminal, portación ilegal de armas de fuego, lesiones graves, leves y gravísimas, asesinato y tentativa de asesinato. Entonces, como Ministerio presentaremos la ampliación de las denuncias por sedición y los mandamientos de aprehensión correspondientes contra esa gente”, declaró Romero.

Fuente: Rimay Pampa