Bolivianos soportan frío, inseguridad y largas filas para comprar aceite a «precio justo»

Escasez y encarecimiento de productos básicos agravan la crisis económica; la ONU advierte riesgo de hambruna en Bolivia

Las filas frente a los centros de EMAPA no cesan. Desde hace más de un mes, miles de bolivianos madrugan, soportando el frío invernal y exponiéndose a la inseguridad, todo por conseguir apenas dos litros de aceite por mes, al precio subvencionado de Bs 14 el litro. El producto escasea en los mercados y, cuando se encuentra, su precio se dispara hasta Bs 22.

Prensa Libre

Este bien esencial para los hogares se ha vuelto casi inaccesible. La escasez no es nueva: desde hace más de un año el aceite ha mantenido precios elevados y cada vez más inestables. Lo poco que hay, se vende a precios prohibitivos, obligando a la población a depender de la venta estatal restringida.

La crisis no se limita al aceite. La falta de dólares ha provocado una escalada general de precios. La carne de res de primera se duplicó de Bs 35 a Bs 70 por kilo. El arroz subió de Bs 5 a Bs 12, el café pasó de Bs 32 a Bs 105, y la leche subió de Bs 5,5 a Bs 8. Los analistas advierten que la economía ya está entrando en una etapa crítica de desabastecimiento y carestía.

Frente a esta realidad, la ONU ha alertado sobre un posible escenario de hambruna en Bolivia. Para muchos, no es una advertencia, sino un diagnóstico. Las familias bolivianas hoy no comen lo necesario: la proteína, las frutas, las verduras y los lácteos han desaparecido de la dieta cotidiana. En su lugar, se come lo que se puede, lo más barato, para llenar el estómago y seguir trabajando.

La situación refleja el deterioro acelerado del poder adquisitivo y la creciente desigualdad. Mientras tanto, el Gobierno insiste en mantener precios de referencia que no se cumplen en la práctica, y los ciudadanos siguen enfrentando la crisis con lo poco que tienen a su alcance.