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El dilema de Luis

Desde el primer día de su posesión, el gabinete del presidente Luis Arce gobernó para Evo Morales. Luego, para el núcleo más duro de sus electores. Sin embargo, ¡qué paradoja!, Morales no está satisfecho con el gabinete que gobernó para él. ¡Quiere más perseguidos, más encarcelados, más familias bolivianas infelices! ¡Quiere la aniquilación total de todo aquel que piensa! Dicho de otra forma: ¡quiere más sangre!

En todo este tiempo, ¿acaso leíste alguna sugerencia genial del jefe del MAS sobre economía o sobre políticas públicas en beneficio de los bolivianos? ¿Acaso escuchaste de sus labios palabras de convivencia y paz?

El jefe del MAS está seguro que Luis Arce le debe el cargo. Y éste aún cree que sí. Por ello, la agenda del jefe del Estado, en estos 14 meses, fue marcada por tres temas: 1) Persecución, bautizado por el masismo como Golpe; 2) economía, y 3) salud. Por eso, sus ministros más mediáticos fueron los de Gobierno y de Justicia. Ambos aparecieron más por sus declaraciones y acciones contra la oposición que gobernó después que el jefe del MAS huyó del país en 2019.

El Ministro de Economía destacó después. En tanto, el titular de Salud apareció por la pandemia.

Ahora, voy a los efectos de la agenda señalada: ¿a quién favorece el tema persecución? Al jefe del MAS porque cambia su imagen de tirano por la de víctima. ¿A quién desfavorece? A Luis Arce porque lo presenta ante la percepción pública como un presidente títere.

¿A quién beneficia el tema de la economía? A Luis Arce porque lo ratifica como autor del llamado “milagro económico” ¿A quién lo desfavorece? Al jefe del MAS porque revela que éste no tuvo nada que ver en la bonanza económica que coincidió con su periodo de gobierno.

¿A quién beneficia el tema salud? A Luis Arce porque lo presenta como un gobernante preocupado por la gente. ¿A quién perjudica? Al jefe del MAS porque si quiere ser candidato el 2025 tendría que enfrentar las dos dimensiones de la potente imagen de Luis Arce: autor del “milagro de la reactivación” (si se produce el milagro) y hombre de buen corazón que se preocupa de la salud de la gente.

¿Acaso las personas no se desearon en Año Nuevo: salud y dinero; dinero y salud? No conozco a alguien que haya deseado al otro: más persecución, más odio, más encarcelados, más montaje de pruebas para hacer infelices a familias bolivianas.

El jefe del MAS no quiere que le vaya bien al presidente Luis Arce porque si le va bien a éste, a él le irá mal; no quiere porque si le va bien al presidente Luis Arce, le irá bien a los bolivianos y a él le irá pésimo.

El 30 de diciembre pasado, desde el único bastión que le queda: el Chapare, el jefe masista dijo que el 55% votó “en agradecimiento a los 14 años (de su gobierno)”. Quiso decir: en agradecimiento a mí. Pero los datos lo desmienten. Luis Arce y David Choquehuanca ganaron sin hacer fraude un año después de que una rebelión popular echó a aquel tirano.

Ese mismo 30, el jefe del masismo afirmó: “No entiendo alguna lectura política, no era Lucho (Luis Arce), pero un ministro decía que el pueblo votó por tres cosas, votó dice para mejorar la salud, economía y justicia”.

Ese ministro tiene mejor lectura que el jefe masista. Sólo le faltó agregar una causa: votó para que haya paz y reconciliación (particularmente, ese 10% que le negó su votó al jefe del MAS en 2019).

Dados el contexto pasado y el escenario que se aproxima, si Luis Arce quiere gobernar con la sociedad y para la sociedad (incluido el segmento que no votó por él en 2020, pero que le puede ayudar a ganar el 2025) tendría que perfilar un gabinete técnico, lo que no significa que éste no tenga acciones políticas. La era de las vacas flacas que, según alertas de economistas bolivianos y extranjeros, se aproxima necesitará soluciones reales más que discursos, represión y persecución.

Supongo que Arce se da cuenta de que cuando el jefe del MAS dice que quiere un gabinete político para que defienda a Lucho, en realidad está diciendo: quiero un gabinete que me siga defendiendo (y esté prácticamente bajo mi control), y siga hundiendo a Lucho.

Deduzco que el presidente Luis experimenta un dilema: Si obedece al jefe del MAS en el tema de su gabinete, ratificará su imagen de muñeco títere de ventrílocuo. Si lo ignora, puede ganarse el resentimiento y enemistad eterna del hoy titiritero. Quizá busque un acercamiento entre arcistas, evistas y choquehuanquistas, pero al poderoso no le gusta conciliar, sino imponer.

Es posible que las luces cortas, muestren a Arce que su liberación política podría generarle serios problemas inmediatos de gobernabilidad; pero si cambia a luces altas, podría verse en un buen futuro.

Andrés Gómez Vela es periodista

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