Héctor Montes, Presidente de The Strongest, encomienda sueños y esperanzas en el Santuario de Copacabana
- Una plegaria en busca de la bendición divina para alcanzar la gloria en el campeonato
Bajo el cielo imponente de Copacabana, un sentimiento de devoción y esperanza invadió a Héctor Montes, el presidente del club de fútbol The Strongest, quien se congregó junto a su cuerpo técnico, jugadores y apasionados hinchas en el emblemático Santuario de la Virgen de Copacabana. El propósito de esta reunión singular: encomendar a la Virgen y al Todopoderoso el anhelo de conquistar el título de campeones en la Liga División Profesional.
El líder de los «gualdinegros» demostró su fe inquebrantable y su compromiso con el equipo, al reconocer que en este apasionante trayecto deportivo, la espiritualidad desempeña un papel fundamental. «Lo principal en este escenario es pedir la intercesión de la virgencita de Copacabana y a Dios para que nos den su bendición y podamos lograr los objetivos que son importantes. Todo se centra en el objetivo principal del campeonato, porque van a ser fechas muy apresuradas, viajes y yo creo que lo que hay que pedir es el objetivo principal», expresó Montes con una mirada fija en el horizonte.
El fervor religioso se mezcló con la pasión por el fútbol en este emotivo acto, donde los jugadores se unieron en oración, conscientes de que la fe y el trabajo arduo son los pilares para alcanzar la gloria deportiva.
Este gesto de devoción y unidad cobra un significado especial, pues este viernes, los «gualdinegros» se enfrentarán en el estadio Hernando Siles a su rival Blooming, en un duelo crucial correspondiente a la fecha número 28 de la Liga División Profesional. La victoria en este partido se vuelve un paso determinante en su búsqueda del tan ansiado campeonato.
Con el corazón lleno de esperanza y la protección de la Virgen de Copacabana, The Strongest se prepara para afrontar los desafíos que el destino les tiene preparados, en un intento de llevar la gloria y la emoción del campeonato a su ciudad y a sus seguidores. El fervor religioso y el espíritu competitivo se entrelazan en una sola causa, la cual se juega tanto en el césped como en el corazón de los que sueñan con la victoria.