
Diez polémicas frases de Sebastián Marset: Narcotraficante más buscado en el País
- Segundo video revelado desde la clandestinidad intensifica el misterio en torno al prófugo uruguayo
En un giro que aumenta la intriga de su evasión, Sebastián Marset, el narcotraficante uruguayo que actualmente ostenta el título de «más buscado» en el país, ha difundido un impactante segundo video grabado desde su escondite. A escasas dos semanas de eludir un operativo policial, su mensaje deja a la sociedad perpleja y alude directamente a figuras prominentes en el gobierno y la policía.
Marset, quien previamente residía en Santa Cruz tras un período en detención en Dubái, arremete con vehemencia en contra del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, así como contra la Policía Boliviana, en su reciente comunicado. En este, también defiende a uno de sus hermanos involucrados en el caso.
«De Bolivia me fui hace rato, así que no me busquen más por ahí. Bueno si quieren sigan buscándome, pero les cuento que estoy lejos.»
En un tono desafiante y lleno de seguridad, Marset anuncia su lejanía con un toque de sarcasmo. Su voz resuena con la seguridad de quien se cree inalcanzable, aunque su paradero exacto continúe siendo un enigma.
«Pedirme que me entregue no es una opción y que me capture la Policía Boliviana tampoco es opción.»
El líder del crimen organizado no escatima en desafiar abiertamente la autoridad policial. Sus declaraciones denotan una actitud de rechazo total a cualquier posibilidad de rendición.
«Soy bastante inteligente para ustedes, para no decir que son muy burros, que suena un poco mejor decir que soy más inteligente.»
Marset adopta un tono altivo, teñido de ironía, al comparar su astucia con la aparente incompetencia de las fuerzas policiales. Su afirmación roza la burla, poniendo de manifiesto su desprecio por aquellos que intentan capturarlo.
«No subestimo a la Policía, pero a la boliviana sí, ustedes saben que si abro mi boquita, se les complica.»
Con una mezcla de desprecio y autosuficiencia, el prófugo sugiere que la verdad que podría revelar podría tener un impacto devastador para las autoridades. Su tono sugiere una especie de chantaje velado.
«A mí, si fuera boliviano, me gustaría que el ministro (refiriéndose a Eduardo del Castillo) de mi país fuera algo más inteligente y más honesto consigo mismo.»
Marset no escatima en críticas hacia el ministro del Gobierno, cuestionando su capacidad intelectual y su integridad. Esta declaración señala directamente al líder político, sugiriendo que su incompetencia es un obstáculo para la justicia.
«El señor ministro (Del Castillo) dice la droga que proviene desde Perú, sabiendo todo el mundo que la mejor materia prima que produce Bolivia es la coca y que el crecimiento del país en los últimos años es producto del dinero que ingresa por narcotráfico.»
El narcotraficante insinúa que la autoridad gubernamental está consciente de la influencia del narcotráfico en la economía del país, y critica la hipocresía detrás de las declaraciones oficiales que atribuyen la droga al extranjero.
«La verdad, si hablo, la política de Bolivia se va a la m…, pero a mí no me importa eso, no se preocupen, no voy a hablar, pero les pido encarecidamente que liberen a las personas inocentes que tienen procesadas.»
Marset juega una vez más con la idea de su potencial capacidad para desencadenar el caos en la esfera política. Sin embargo, sus peticiones en favor de las personas detenidas evidencian un matiz humano en su actitud aparentemente despiadada.
«El ministro, en vez de estar perdiendo el tiempo, mintiendo a toda la población en sus conferencias de prensa, debería corroborar en el sistema del Segip (los datos de su hermano), su residencia en Bolivia, Paraguay, todo es 100% original.»
La crítica del prófugo se dirige nuevamente a Del Castillo, cuestionando la validez de sus afirmaciones y su enfoque en lugar de los detalles específicos de su caso.
«Tanto intercambio de información que hacen entre los países, señor ministro, me gustaría que no pierda tiempo como lo hace y por qué no se le ocurre, previa a sus conferencias de prensa, corroborar las informaciones.»
Marset lanza un desafío más, exponiendo lo que considera como ineficacia en la gestión de información por parte de las autoridades. Su tono sugiere que podrían ser más eficientes en su labor de investigación.
«Yo como delincuente que me catalogan, sé que no tengo ni voz ni voto en mi defensa ni en la defensa de mi familia. Creo que el único país en Sudamérica en que se respeta bastante la ley es Uruguay.»
Concluyendo su serie de polémicas afirmaciones, Marset se autodenomina como «delincuente», pero también aprovecha para resaltar la peculiaridad de la ley en Uruguay, insinuando que en otros países sudamericanos esta no se respeta en igual medida.
La serie de declaraciones de Sebastián Marset deja en claro su determinación y desprecio por las autoridades, mientras lanza críticas directas a figuras gubernamentales. En un contexto de persecución implacable y misterio, sus palabras añaden un nuevo capítulo en esta intensa saga criminal que mantiene en vilo a la nación.