
Evo intensifica discurso contra militares desde su enclave en Lauca Ñ y llama a hacer “seguimiento” a jefes castrenses
El expresidente, con orden de aprehensión por abuso de menores, pidió a sus bases cocaleras identificar y vigilar a mandos militares mientras persisten los bloqueos en varias regiones del país.
En medio del caos provocado por los bloqueos que paralizan amplias zonas del país desde el 2 de junio, Evo Morales mantiene una postura cada vez más agresiva desde Lauca Ñ, su reducto cocalero en el Trópico de Cochabamba, donde permanece fuertemente custodiado por guardias sindicales y sin salir desde hace varios meses. Su discurso, transmitido desde ese enclave, ha escalado en tono y contenido, centrándose ahora en ataques directos contra las Fuerzas Armadas.

El domingo pasado, Morales pidió abiertamente a sus seguidores que “identifiquen” y “hagan seguimiento” al coronel Óscar Jaramillo Fernández, recientemente designado como comandante militar en el municipio de Shinahota. El exmandatario lo acusó de liderar un supuesto plan para eliminar cultivos de coca en la zona.
“Identifiquen a ese comandante, hagan seguimiento de cómo se mueve, si está caminando, en qué dirección… cómo (quieren) atentar”, dijo Morales, sugiriendo que se trate como enemigo al oficial militar.
Estas declaraciones generaron alarma por parte de autoridades, políticos y miembros de las propias Fuerzas Armadas, ya que constituyen un llamado a la vigilancia ilegal y a la confrontación con instituciones del Estado en medio de una coyuntura marcada por la violencia.
Morales también arremetió contra otros mandos castrenses y policiales:
- Acusó al general Wilson Sánchez, jefe de Estado Mayor del Comando, de intentar “cortar servicios básicos al Trópico” y lo tildó de “Diablo Sánchez”.
- Señaló al coronel Guarachi Morales por reprimir a movilizados en Parotani.
- Atribuyó a un funcionario del Segip haber disparado contra bloqueadores durante un operativo.
- Afirmó que el general Aguilar, comandante del Ejército, se habría reunido recientemente para “planificar la represión”.
Además, aseguró que “más del 80% de los militares apoyan su proceso político”, y confesó hacer seguimiento constante a las acciones y reuniones de altos mandos, incluyendo encuentros entre jefes militares y del Órgano Judicial para debatir sobre el conflicto entre el evismo y el gobierno de Luis Arce.
Pese a tener una orden de aprehensión vigente por trata y abuso de menores, Morales continúa emitiendo declaraciones públicas sin restricción judicial, en un contexto en el que cuatro policías han muerto en hechos violentos vinculados a los bloqueos.
Por su parte, el presidente Luis Arce instruyó esta semana un operativo conjunto entre Policía y Fuerzas Armadas para desbloquear la ruta Cochabamba-Oruro, una de las más afectadas por las protestas.
“Hemos instruido tanto a la Policía Boliviana, a través del Ministerio de Gobierno, como a nuestras Fuerzas Armadas, a través del Ministerio de Defensa, un operativo para desbloquear la carretera Oruro-Cochabamba”, confirmó el mandatario.
Mientras tanto, Morales profundiza la confrontación con las fuerzas del orden, en un momento en que el país necesita pacificación. Su retórica —desde la clandestinidad política— parece más enfocada en escalar el conflicto que en buscar soluciones reales, en un clima ya marcado por muertos, heridos y regiones aisladas.