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Fátima Jordán: “Vivir en Chonchocoro, extrañar a la familia y creer que la lucha vale la pena”

Fátima Jordán es la esposa del gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho. Es odontóloga de profesión, fue reina del Carnaval cruceño y, por esas cosas de la política boliviana, a sus 30 años, tuvo que dejar su trabajo, las comodidades de su hogar y alejarse de sus padres y hermanos para trasladarse a vivir a la cárcel de Chonchocoro de La Paz, donde comparte celda con su esposo de lunes a viernes desde hace más de dos meses.

Jordán es la tercera de cuatro hermanos, estudió en el colegio Británico y luego obtuvo su título profesional en la Universidad Católica Boliviana. Proviene de una familia de “cruceñazos”, como ella describe a sus abuelos, quienes vivieron y se conocieron en una Santa Cruz que no pasaba del primer anillo.

A Fátima, en cambio, le tocó reinar y luchar en una Santa Cruz pujante e interminable. En esta entrevista con Página Siete recuerda que empezó a participar en las protestas desde 2016, cuando Evo Morales decidió que no respetaría el resultado del referendo que dijo No a su intento de postular a un cuarto mandato. Como muchos cruceños, salió a su rotonda o marchó hacia el Cristo cuantas veces fue necesario.

Ella se quiebra cuando habla de la distancia con sus padres y hermanos, pero el resto del tiempo expresa fortaleza y esperanza en que todo cambiará pronto.

En el mes de la mujer, estamos recogiendo testimonios de mujeres luchadoras, exitosas, víctimas o solidarias. Con esta entrevista también quisimos conocer la historia de la esposa de un político opositor preso, como es el caso de Fátima Jordán.

¿Cómo está sobrellevando el encierro de su esposo?

Desde el principio, la familia y todo el pueblo que eligió a Luis Fernando Camacho como su gobernador, sintió indignación, impotencia de ver cómo estaban secuestrando un hombre tan brutalmente, por el simple hecho de defender la democracia, porque si vamos a buscar un delito, si vamos a buscar un crimen, lo único que él ha hecho es defender y luchar por la democracia. Fue una indignación, una frustración, impotencia de saber que no puedes hacer nada en contra de este Gobierno dictador. Al principio yo no tuve contacto con él muchísimos días, ni llamada ni nada. Ahora, yo voy y me quedo acompañándolo a él y, siempre lo digo, por más difícil que sea creerlo, él es el que nos da la fortaleza a nosotros para tratar de sobrellevar las cosas con más calma. Esa tranquilidad se la da su fe y la conciencia tranquila de saber que él no ha hecho nada más que no sea defender la democracia. Al principio fue durísimo, fue como recibir un baldazo de agua fría, pero él nos va dando esa fortaleza, nos muestra diferentes formas de ver esta situación. Él es un preso político. Él siempre dice: “Ustedes no tienen por qué sentir vergüenza de su papá, de su esposo, porque yo no estoy aquí por delincuente, yo no he cometido ningún delito, yo estoy aquí porque soy un preso político”. Y él prefiere un millón de veces ser un preso político, que negociar sus valores y sus principios.

¿Cómo ha cambiado su vida para acompañar a su esposo?

Yo tuve que dejar mi consultorio en la clínica donde trabajaba. Desde el momento cero pensás qué va a pasar, qué voy a hacer, todo es incertidumbre, es muy difícil. Ahora sí, ha cambiado la situación, yo paso cinco días en La Paz, dos días voy a Santa Cruz normalmente, porque yo me quedo la mayor parte del tiempo acompañándolo para estar monitoreando su salud, que reciba sus medicamentos. Siempre tiene que estar una persona acompañándolo. Yo soy esa persona que lo acompaña toda la semana y al fin de semana recibe la visita de sus hijos. Ha sido un giro de 180 grados porque ahora cuando voy a Santa Cruz, tengo que dividir mis dos días o día y medio para tener tiempo también para mi familia. Nosotros somos muy unidos y de vernos prácticamente todos los días a vernos una vez a la semana, a veces es difícil (se quiebra). Pero, la fe nos mantiene tranquilos, aunque hay días que son más difíciles que otros.

¿Eso quiere decir que usted ha pasado a ser también una especie de presa porque vive en una cárcel?

Yo no estoy presa, detenida, recluida en el penal, yo estoy acompañando a mi esposo para que su derecho a la salud se cumpla, pero, en el tiempo que se descubrió la cámara de seguridad, yo quería salir a hablar con los abogados; sin embargo, no me dejaban salir a tener contacto con nadie. Yo estoy precisamente acompañándolo para, si ocurre algo como lo que ocurrió ese día, yo informe fuera. Entonces, en ese tiempo sí me sentí una prisionera política más, porque no tenían por qué restringirme la comunicación con mis abogados, con mi familia.

¿Cómo es la vida en el penal, por ejemplo, en cuanto a la rutina o a temas de seguridad?

Luis Fernando actualmente no puede salir de su celda para nada. Cuando tiene audiencia, lo llevan a la audiencia, pero él no tiene derecho a salir a tomar el sol, a respirar aire fresco (la entrevista fue el martes, aunque ayer se conocieron imágenes de Camacho con sus colaboradores en el patio del penal). Yo no sé cómo se manejará la seguridad dentro del penal, pero al menos dentro de la celda creemos que tenemos un lugar seguro de los otros privados de libertad, pero, en realidad ni seguros del Gobierno estamos. Ya encontramos en una ocasión una cámara de vigilancia; nada nos asegura a nosotros que no haya más, que no haya micrófonos.

¿Eso quiere decir que no pueden hablar libremente?

Si queremos hablar algo, hay que hablar prácticamente al oído porque ya pasó una vez. Yo que tengo que pasar prácticamente la semana completa, es difícil en el tema del aseo, por ejemplo; ya no es normal la vida que uno lleva. Esperemos que hubieran cumplido con su palabra de retirar todo.

¿Cómo siente usted el hecho de que le hayan rechazado la denuncia en la Felcv?

Desde el primer momento que mi esposo me dijo que había encontrado la cámara, me pasó como un flashazo de todo lo que iba a pasar si nosotros denunciábamos porque en un gobierno dictatorial, donde el Poder Ejecutivo no está separado del Judicial, uno no puede esperar nada. Eso es la dictadura, cuando los poderes del Estado no son independientes. Intentamos hacer la denuncia, la rechazaron en primera instancia, luego seguimos los procedimientos legales y pudimos hacer que acepten la denuncia. Pasó un tiempo, no avanzó en nada y por último ya la desestimaron. Decimos a las mujeres alcen sus voces, que denuncien, que no permitan que se cometan abusos, pero cómo lo van a hacer si cuando van ante la justicia ellas son las culpables. No existe justicia, pero vamos a seguir luchando por la democracia y no nos vamos a callar porque lo que estamos diciendo no es un capricho o un invento, lo que estamos diciendo es lo que está pasando en Bolivia. No nos podemos callar porque eso es lo que quiere este Gobierno, callar nuestras voces.
$!Jordán es odontóloga, pero dejó su consultorio por ahora.
Jordán es odontóloga, pero dejó su consultorio por ahora. Víctor Gutiérrez / Página Siete

¿Viendo a su esposo en la cárcel, diría que vale la pena su lucha desde 2019?

Por supuesto que sí, vale la pena cada pequeña batalla por la democracia. Puede que ganes o no esta batalla, pero ya estás un paso más cerca de vivir libre. Cada esfuerzo, cada batalla, cada lucha vale la pena. Y así como Luis Fernando, toda mi familia lo volveríamos a hacer.

¿Qué cuando había manifestaciones en la puerta de Chonchocoro pidiendo 30 años de cárcel para Camacho?

Esa gente, lamentablemente, no conoce a Luis Fernando. Están ahí pagados, no solamente una vez, varias veces hemos visto que al terminar las manifestaciones fuera de Chonchocoro se les cancela a cada uno. Es gente que no conoce por qué él está ahí, no conoce su causa, su lucha por la democracia, no lo conoce a él. Solamente se puede esperar que con el tiempo se den cuenta de cómo son las cosas.

En el otro extremo también ha habido un apoyo muy grande sobre todo en Santa Cruz, pero poco a poco se ha ido diluyendo. ¿Cómo ve esos dos momentos de la reacción de la gente?

Justamente ayer (lunes) hubo una marcha en apoyo al Gobernador porque la Asamblea lo ratificó como Gobernador, una marcha convocada por la misma ciudadanía, que fue multitudinaria. Es imposible no conmoverse ante tanto apoyo de la gente y no solamente Santa Cruz, porque ha habido marchas simultáneas a nivel Bolivia. El Cabildo ha sido nacional y ha sido un éxito en todos los departamentos. El apoyo que hemos sentido de los cruceños y de los bolivianos ha sido grandísimo; siempre que puedo les agradezco de todo corazón, porque esta lucha no solamente es de Camacho o es de mi familia, esta lucha es de todos los bolivianos que no queremos vivir en dictadura, que queremos vivir en democracia.

¿Cómo está Luis Fernando Camacho en cuanto a estado de ánimo y salud?

Voy a comenzar por la salud. Hasta ahorita seguimos esperando el ingreso de los médicos que fueron aprobados por la segunda junta médica. Nosotros lo que estamos haciendo es intentando llevar a nuestros propios médicos. Él estaba con la presión arterial elevada y con taquicardia y eso ya es peligroso. Incluso, los mismos médicos del penal ya están preocupados, solicitan cada vez que vaya el médico porque hay algo que él nunca tuvo, que son los problemas de presión y acá le dicen que puede ser por la altura, pero necesita un cardiólogo que corrobore que todo está bien. En cuanto a su estado anímico, él se levanta, acomoda todas sus cositas, leemos; él lee su libro, yo leo mi libro, llega la hora de las noticias, ponemos las noticias, hay prácticamente una rutina. Cuando él seguramente siente que va a decaer, agarra la biblia, ora y pide una palabra. Ahí le salen palabras que realmente son hermosas.

¿Cuándo creen que esto puede acabar? ¿Tendrá que cambiar de Gobierno para que él salga de la cárcel?

Él no sabe cuál es el plan de Dios, pero él está convencido de que esto acabará pronto, mucho antes de lo que todos pensamos. Entonces él nos da esa fortaleza y todo el tiempo nos dice que estemos tranquilos porque esto acabará pronto, mucho antes de lo que cualquiera pueda pensar. No sabemos por qué, qué va a pasar para que él salga, pero esto se acabará pronto.

Camacho ha sido uno de los líderes de la protesta de 2019. ¿Cómo vivió usted esos hechos, todavía no eran esposos, verdad?

En realidad, no nos conocíamos. Yo lo conocía porque él era una persona pública y él también me conocía porque yo era una persona pública. Ése fue el año que yo fui reina del Carnaval y como la Asociación de comparsas carnavaleras es un brazo del Comité Cívico, en algunos eventos me había tocado saludarlo, pero más nada. Yo participé activamente (en las protestas), siempre estuve firme en mi rotonda, firmes en el Cristo y ayudando si podíamos con alguna actividad, desde hacer una olla común hasta hacer gelatina para llevar a tu rotonda. Siempre participé activamente desde el 2016, porque esto comenzó en el 2016, cuando nosotros dijimos No y fue la primera vez que el expresidente Evo Morales quiso pasar por encima de nuestro voto. Yo fui a protestar muchísimas veces a la plaza, al Cristo, donde los ciudadanos se autoconvocaban porque estaban pasando por encima de mi voto. Creo que eso también puede ser una de las cosas que nos haya atraído el uno del otro, porque mi padre siempre nos enseñó que nosotros tenemos que luchar y defender nuestras convicciones.

¿Cuál es la diferencia entre ser la esposa del Gobernador en funciones y el Gobernador preso?

Ninguna de las dos es fácil, pero una es más agradable, en los actos oficiales donde estás representando el trabajo que haces por tu departamento y ahora desde Chonchocoro. Él está representando la lucha por su país, porque la lucha por la democracia es por toda Bolivia, no es por sólo Santa Cruz.

¿Si pudiera decirle algo al Presidente, qué sería?

Que recapaciten, que hagan las cosas bien. El poder no es para siempre, puede ser que en Bolivia no tengamos justicia, pero la justicia divina llega y de ésa no hay casa, no hay embajada, no hay México; o sea, no hay dónde uno pueda esconderse de la justicia divina. Él todavía está a tiempo de hacer las cosas bien.
“No nos podemos callar porque eso es lo que quiere este Gobierno, callar nuestras voces”.
“Cada batalla por la democracia vale la pena. Luis Fernando y mi familia lo volveríamos a hacer”.
“Cuando la justicia divina llega no hay embajada, no hay México donde uno pueda esconderse”.

Fuente: Pagina Siete

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