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Desde el rock hasta la cumbia: Luciel Izumi brilla con el charango

La joven charanguista Luciel Izumi Espinoza Núñez ha emprendido un vuelo artístico y aún quiere subir más alto. A sus 26 años, ha pisado escenarios en China, Estados Unidos, México, Argentina y Chile, pero para ella es sólo el comienzo de muchos proyectos que tiene en mente.

El 2021 fue un año espectacular para ella. En Bolivia, hizo oír su charango acompañando a Octavia en sus presentaciones y con Bonnie Lovy, en La Cumbia Boliviana, que se ha vuelto muy popular. “De alguna forma, siento que la gente me ha dado más confianza. Es lo que no tenía al inicio y luego todo el público, el cariño, es lo que me ha vuelto una persona con un corazón mucho más blando. Yo soy mucho más sensible que antes, pero también soy más fuerte”.

Sin embargo, no todo es color de rosa. Ella es muy consciente y asegura que le ha costado mucho llegar hasta donde está, sobre todo porque una joven mujer se atrevió a fusionar sus cuerdas del charango con otros géneros, como el jazz, rock, pop, boleros, cumbia y hasta reguetón.

“Existen muchas personas que tiran heaters (odio a través redes sociales) por ser mujer, por cómo me visto, por las actividades que hago, por cómo presento la música. Dicen que no debería ser así, que una mujer no hace esto, que debería meterme en un grupo y no tratar de sobresalir”.

A esto se suman las críticas por su forma de vestir en sus actuaciones porque casi nunca utiliza aguayo, como es tradicional cuando se toca un instrumento folklórico.

“Opto por vestuarios más de salón, de repente algunos cortes más modernos, más lentejuelas, más brillos y ahora estoy trabajando con dos diseñadores: uno es Pedro Fedora y Etnic que maneja vestuarios andinos con toques folklóricos y modernos. Mi querido Pedrito Fedora siempre hace mis vestidos para las premiaciones, siempre llevo algo distinto, siempre que ven en alguna premiación algo raro con charango, lo más probable es que sea yo (risas).

Un gran año

La amante del charango y de los gatos califica el 2021 como “un gran año” porque nunca lo había imaginado. Además de las colaboraciones con otros artistas, están los viajes y su paso por el evento de los Bilboard Bolivia, en los que fue la única participante mujer del ámbito folklórico, y además recibió el premio Maya.

“Mucha gente está hablando del charango. De hecho, en la calle mucha gente me dice ‘tú eres la Izumi’… Es una sensación muy hermosa que me relacionen directamente con el charango y que el charango esté sonando en los oídos de todo tipo de edades”.

Por el momento, dice estar muy contenta porque con su trabajo puede “posicionar a Bolivia con el charango, en nuestro propio país y de aquí se vaya para todo lado”.

Para 2022, si la pandemia lo permite, tiene previsto realizar presentaciones en Colombia y Argentina. Ella aprovecha todos sus viajes para dar un taller, pero también aprender de los países que visita.

“Tengo una mamager”

La forma de trabajo de Luciel es muy particular porque ella, su madre Liliana Núñez, y su hermano, Hugo Domínguez, son los pilares de esta profesión. Su mánager es su madre, quien organiza junto la charanguista sus actividades, presentaciones y talleres.

“Tengo una mamager (risas). Mi mamá es la que me ayuda bastante en muchas actividades. Las otras las consigo yo porque también estudié ingeniería comercial. Busco bastante trabajo todo el tiempo, le saco provecho a mi trabajo tanto de ingeniera como de charanguista”.

Luciel dice que los músicos viven de sus presentaciones, grabaciones con otros grupos y en su caso particular de dar clases o talleres. “Me encanta mi hobby de ingeniera comercial y mezclarla con mi profesión de charanguista”.

Sus inicios

Agradece a su hermano por haberle hecho conocer y tener su primer charango cuando tan solo tenía 11 años. “Él me regaló mi primer charango y me pagó unos cursos para que yo aprendiese a tocar. Mi mamá, de hecho, no quería que nos dediquemos a la música”.

Ambos participaron en concursos donde sacaban entre el primero y segundo lugar y, “poco a poco, eso fue creciendo y maximizándose y a los 15 años conocí a mi papá (Donato Espinoza) que casualmente es otro charanguista, pero no fue el que me dio un charango para que yo aprendiera, pero mucha gente lo asocia”.

Luciel es un ejemplo de la juventud emprendedora y cree que cualquier trabajo o aporte suma para cambiar el país y el mundo. Sin embargo, hace su llamado a la población para que apoye a los artistas que pueda ir “a vernos, escucharnos un poquito. Eso sería alucinante, así vamos a ser un país lleno de artistas”.

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