
Bolivia rechaza el servicio Starlink de Elon Musk pese a la precaria conexión a internet en el país
- El gobierno boliviano prioriza la ‘soberanía’ tecnológica sobre la oferta del servicio satelital, mientras la población rural enfrenta graves limitaciones de acceso a internet.
En un contexto donde la demanda por internet rápido y confiable crece, Bolivia se ha convertido en el único país de Sudamérica en rechazar oficialmente el servicio Starlink, la red satelital de SpaceX, propiedad del magnate Elon Musk. A pesar de que la conexión a internet en el país es una de las más lentas de la región y con amplias zonas sin cobertura, las autoridades bolivianas argumentan preocupaciones sobre soberanía tecnológica y competencia desleal.

Según un reporte de The New York Times, Starlink ha logrado expandirse en casi toda Sudamérica, llevando conexión de alta velocidad incluso a comunidades indígenas en lo más recóndito de la Amazonía. Sin embargo, Bolivia optó por mantener su dependencia del satélite Túpac Katari, de fabricación china y lanzado en 2013, pese a sus limitaciones técnicas y a que su vida útil culminará en 2028.
Un servicio vital, pero bajo sospecha
Starlink, que ya supera los cinco millones de usuarios en 125 países, podría resolver los problemas de conectividad en áreas rurales bolivianas, donde, según expertos, la infraestructura tradicional es costosa e ineficiente. No obstante, el gobierno ve riesgos en ceder el control a una empresa extranjera.
«Cualquier empresa que ingrese al país se llevará parte de un pastel que ya se reparte entre los actores locales», declaró Iván Zambrana, director de la Agencia Boliviana Espacial, en entrevista con The New York Times. Zambrana insistió en que el satélite chino ofrece cobertura nacional, aunque admitió que se necesitan regulaciones para garantizar una competencia equilibrada.
Mientras tanto, la población enfrenta serias dificultades. Solo el 50% de los hogares bolivianos tiene internet de banda ancha, cifra muy inferior al 87% de Brasil o el 94% de Chile. En zonas alejadas, la señal es tan débil que, según la geógrafa Patricia Llanos, «la gente debe subirse a árboles o rocas para captarla».
Alternativas y presiones políticas
Ante el rechazo a Starlink, Bolivia explora opciones con SpaceSail, una competidora china que planea lanzar miles de satélites en los próximos años. Hugo Siles, embajador boliviano en China, afirmó que existe «absoluta comodidad» en la cooperación con Pekín.
No obstante, la presión social aumenta. Algunos pobladores, como Adrián Valencia, un maestro de Quetena Chico, denuncian que la mala conexión perjudica la educación. «Si no tenemos internet, es como si no supiéramos leer», lamentó. Incluso hay reportes de hoteles que importan dispositivos Starlink de contrabando desde Chile, aunque el servicio suele cortarse al poco tiempo.
El debate sigue abierto. Mientras Starlink incluye a Bolivia en su mapa de expansión para 2025, el gobierno insiste en priorizar la soberanía. Pero para muchos bolivianos, la espera se hace cada vez más difícil. Como resume Llanos: «Aunque tengamos un satélite, seguimos sin poder conectarnos».