Trump lanza decreto para subir presión del agua en duchas: “Quiero cuidar mi precioso pelo”

El presidente estadounidense revivió su guerra contra las duchas y eliminó las restricciones que limitaban la presión del agua, asegurando que afectaban su cabello y la vida de los estadounidenses.

Donald Trump volvió a cumplir una de sus más insólitas promesas de campaña: eliminar las restricciones sobre los cabezales de ducha para que la presión del agua sea más fuerte. Con la firma de un decreto titulado “Mantener una presión de agua aceptable en las duchas”, el mandatario ordenó al Departamento de Energía anular las regulaciones impuestas durante los gobiernos de Obama y Biden, que limitaban el flujo de agua por razones ecológicas.

Prensa Libre

“Estoy durante 15 minutos hasta que se moja. Goteo, goteo, goteo. Ridículo. Lo que haces es lavarte las manos durante el quíntuple de tiempo”, dijo Trump desde el Despacho Oval, mientras aseguraba que quiere ducharse “como se debe” para cuidar su “precioso pelo”.

La norma federal vigente por más de tres décadas limitaba a 9,5 litros por minuto (2,5 galones) el flujo de agua de los cabezales. Obama endureció esta norma aplicándola a todo el cabezal, incluso si tenía varias boquillas. Trump ya la había relajado en su primer mandato permitiendo que cada boquilla tuviera ese flujo máximo, y ahora busca acabar definitivamente con esa regulación.

“La gente paga por su agua. Si quieren más presión, deberían poder tenerla”, justificó. La Casa Blanca de Trump acusó a sus predecesores de impulsar una “agenda verde radical” y defendió que su decreto “libera a los estadounidenses de una pesadilla burocrática”.

Aunque para Trump esta norma devuelve la libertad a los hogares, expertos y agencias como la EPA advierten que elevar el consumo de agua también significa más gasto en energía para calentarla y facturas más altas. Las normas de eficiencia hídrica en la era Obama permitían a las familias ahorrar hasta 380 dólares al año y más de 17 galones de agua por día.

Con esta medida, Trump no solo revive su conocida “guerra de las duchas”, sino que redobla su ataque contra las regulaciones ambientales, a las que culpa de “asfixiar la economía y la vida cotidiana”.