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Juan Yujra y Diego Condori prosperaron gracias a Santa Cruz y ahora se unen a su lucha

Entre los encendidos discursos del cabildo el 30 de septiembre estuvieron los de Juan Yujra y Diego Condori, no sólo invitados sino activos participantes del Comité Cívico Pro Santa Cruz, quienes muestran otro rostro del liderazgo cruceño forjado en protestas por reivindicaciones gremiales y nacionales. Ambos, nacidos en procesos migratorios de este siglo y líderes en sus sectores, ven a Santa Cruz como el territorio donde progresar y expresar su potencial humano y social.

Yujra llega con algunos minutos de retraso a la entrevista en su garaje de camiones, ubicado en el sexto anillo, cerca de la avenida Moscú, en Santa Cruz de la Sierra. El sol es implacable cerca del mediodía, el viento levanta a ráfagas la arena de la calle sin pavimento y él sugiere ingresar a una oficina para conversar.

Una pizarra, archivos organizados, escritorios y una mesa de trabajo. Es la oficina de su hijo, quien también tiene su propia empresa de camiones.

Yujra llegó a Santa Cruz de la Sierra en los años 90, a sus 20 años, acompañado de su esposa y dos pequeños hijos. “Mi padre era minero, le fue mal, había la dictadura de 1981. En una de esas mi padre falleció, yo quedé de 11 años”, recuerda, sentado en la frescura de la oficina.

En su historia, es protagonista su madre, quien a sus 14 años lo llevó a un taller mecánico en La Paz para que aprenda el oficio, ya que no pudo estudiar. A sus 19 años ya era un mecánico hecho.

“En ese trajín de la mecánica conocí a varios transportistas cruceños en La Paz. Ellos me dijeron: Juan, por qué no te vas a Santa Cruz, están faltando mecánicos… Me vine acá, al comienzo no sabía ni dónde estaban los talleres, trabajé unos 10 días haciendo alcantarillado”, dice.

Tras ubicar a sus conocidos, comenzó a trabajar a domicilio, y luego ellos le impulsaron para que instale su propio taller. A sus 24 años, Yujra se había abierto un nicho laboral en la capital cruceña, aunque en el plano personal se separó de su esposa y quedó a cargo de sus dos hijos.

Hasta sus 40 años, el éxito no hacía más que sonreírle. Logró construir la casa que había soñado en el kilómetro 9, compró uno a uno cinco camiones de alto tonelaje, adquirió un garaje para guardarlos, obtuvo préstamos bancarios cuyos pagos cumplía rigurosamente, recibía rentas importantes, su hijo mayor logró profesionalizarse y, “con otra mentalidad”, le sugirió formar una empresa. A esa altura ya esperaba tener ocho camiones.

“Mi peor pecado, de repente, soy mal administrador. Donde empezó mi desgracia fue al momento de haber sacado factura (registrarse en el Servicio de Impuestos). Al otro año vino una multa y otra multa, tuve que vender mis tres camiones”, relata. Las sanciones impositivas diezmaron sus ingresos y pusieron en peligro su casa y su garaje, hipotecados al banco.

Su paso como contribuyente fue breve. Luego de pagar las multas, decidió cerrar su empresa. Ahora se desempeña principalmente como apoyo de sus hijos que han logrado levantar sus respectivos negocios y conocen de gestión administrativa.

Enfrentarse al Estado

El encontronazo con el aparato del Estado marcó la actividad económica y política de Yujra. En el 2015, la Aduana Nacional le secuestró un camión y le anunció que debía pagar 20.000 dólares para recuperarlo, el 50% del valor de la mercadería. A él sólo le interesaba su camión porque la carga no era suya. Durante un año y cuatro meses peregrinó para recuperar su vehículo hasta que un día reunió a otros afectados e hizo un bloqueo en el ingreso a la Aduana.

“El bloqueo salió en los medios de comunicación. Eso fue como una bendición. En vez de llevarnos la Policía, llegaron más de 500 personas a apoyarnos y abrazarnos, algunos lloraban. La gente se quedó a dormir, me devolvieron mi camión y a otros dos más”, comenta.

En ese contexto nació la idea de formar la Coordinadora de Transporte Pesado Santa Cruz, ahora con unos 400 afiliados, y a partir de ahí conoció la situación de su gremio y dirigentes en todo el país. Luego se formaron otras asociaciones y formaron la Federación Departamental del Transporte Pesado Santa Cruz, ahora con unos 1.000 afiliados.

En el año 2016 participó en sus primeras protestas para buscar un perdonazo impositivo o modificar la norma tributaria. La movilización nacional permitió que Impuestos aceptara el descargo de sus facturas por compras en 84 rubros (alimentación, servicios básicos, pago de repuestos, gasolina, etc.).

“Ésta es una tierra bien productiva, por eso tengo un sentimiento altísimo por esta tierra; de no tener nada en la ciudad de La Paz, me vine aquí y tengo mi casa. Eso sí, trabajé duro, no había sábados, domingos ni feriados para nosotros. Y no sólo a mí me ha dado una oportunidad, conozco a varios compañeros igual que yo. Es por eso que la peleamos. No estamos en contra del Gobierno, hacemos una protesta y creen que estamos en su contra, pero no, está ahí democráticamente elegido”, comenta Yujra.

Si sus primeros años en Santa Cruz son de extremo sacrificio por el trabajo, sus más recientes recuerdos están marcados por luchas reivindicativas, como la última cuando inició la protesta contra la “ley de extinción de bienes”, de manera altisonante Ley 1386 de Legitimación de Ganancias Ilícitas y Financiamiento al Terrorismo.

“Las luchas nos forman, lo que te sale del corazón es lo que digo (en discursos) –dice Yujra–. Porque participo en reuniones con el Comité Cívico, porque voy al cabildo, me dicen que soy comprado de (Fernando) Camacho. Yo si voy allá es porque tenemos la necesidad. Así fue en la pelea multisectorial contra la ley de extinción de bienes; comenzamos yo y los gremiales, después vinieron los vecinos, los profesionales, los médicos y ahí se ha sumado el Comité Cívico”.

Los padres de Diego Condori nacieron en Santa Cruz y él mismo es cruceño. En su niñez vivió en carne propia salir a otra tierra y crecer en otra cultura, cuando atravesó el Atlántico hacia España junto a su madre, en la oleada migratoria de los primeros años de este siglo.

“Mi bisabuelo paterno era de Sucre, migra a Salta, allá nace mi abuelo. Mi abuelo se cría aquí desde los 10 años”, resume Condori, sentado en una banca de la plaza Blacutt, adelantándose a explicar el origen de su apellido colla. Ahora, a sus 28 años, es padre de dos pequeños y compañero de la madre de sus hijos, estudiante de ingeniería comercial, vecino de un barrio del Plan 3.000 a la altura del 9° anillo y emprendedor en el negocio que se ponga enfrente.

Por ahora están pospuestos sus planes de retornar a España, pero antes de los 21 días del paro cívico de 2019 pensaba en irse debido a la falta de oportunidades, la excesiva burocracia y el costo de los trámites en cualquier oficina estatal.

“Yo apoyaba desde mi casa, y un día me dice mi papá: vos te quejás, pero desde tu cama, para hacer el cambio tenés que ir allá. Entonces armé mi grupo de vecinos de toda la vida, jóvenes de entre 18 y 28 años, yo tenía 25, nos organizamos y salimos a Los Pocitos; ahí pasaban los grupos de resistencia, nos hacíamos sándwich de huevo y hacíamos refresco para los que pasaban caminando. Nadie me dijo: vení, te vas a parar ahí y vos vas a liderar”, relata Condori.

El paro cívico de 9 días para abrogar la polémica Ley 1386 impulsó a los jóvenes movilizados a volcar su mirada hacia el Subcomité Cívico de la ciudadela, casi sin vida orgánica. Así se reactivaron las juntas vecinales, clubes de madres, transportistas, médicos y otros sectores; se organizaron elecciones y se nuclearon nuevamente al Comité Cívico.

¿Cómo llegó a ser orador del último cabildo? En reconocimiento a su corta, pero intensa trayectoria. Condori fue arrestado por la Policía en un domicilio, a las 9 de la noche, en el marco del paro cívico del 8 y 9 de agosto, cuya demanda sigue vigente: la realización del censo de población el próximo año; junto a otros jóvenes estuvo encerrado cuatro días en celdas policiales y tuvo detención domiciliaria tres meses.

En la prensa se mencionó a la Unión Juvenil Cruceñista, pero él es primer vicepresidente del Subcomité Cívico Pro Santa Cruz del Plan 3.000, uno de los tres de la ciudad de barrios populares y densamente poblados junto a la Villa Primero de Mayo y la Pampa de la Isla.

“El ciudadano es el que menos quiere politizar las cosas, porque la política es lo que más jodidos nos tiene. El Gobierno central que maneja el 90% del presupuesto del Estado hace las inversiones en base a favores políticos. Hay que ver el Plan 3.000 y Satélite (Norte): Satélite en los últimos años ha tenido unas 10 obras entregadas y el Plan, una, antes de que Evo renuncie, un instituto tecnológico”, recuerda, en referencia a la influencia del exalcalde warneño del MAS Mario Cronembold en ese barrio camino a Warnes.

Esa forma de tomar decisiones desde el Gobierno central es la razón que encuentra Condori para que las autoridades del Ejecutivo insistan en posponer el censo.

Cita al concejal José Quiroz, del MAS, que repite en su discurso que el proceso de cambio permitió la aceptación de los collas en Santa Cruz. “No es gracias al proceso de cambio, es gracias a una madurez social de que en un país tan diverso tenemos que convivir de todos. El Plan 3.000 es el resumen de todo eso, recibe a la gran inmigración interna y del extranjero”, comenta Condori. Tanto Juan Yujra como Diego Condori tienen aún muchos retos personales y colectivos, pero por ahora están expectantes a lo que sucederá cuando, el 22 de octubre, se cumpla el plazo dado por el Comité Cívico Pro Santa Cruz al Gobierno central para que fije el 2023 como año para la realización del censo de población.
“Me vine acá, al comienzo no sabía ni dónde estaban los talleres. Trabajé unos 10 días haciendo alcantarillado”.
Juan Yujra
“El ciudadano es el que menos quiere politizar las cosas, porque la política es lo que más jodidos nos tiene”.
Diego Condori
“Ésta es una tierra bien productiva, por eso tengo un sentimiento altísimo por ella. De no tener nada, ahora tengo mi casa”.
Juan Yujra
22
de octubre
es la fecha en la que vence el plazo para que el Gobierno cambie la fecha del censo para el año 2023.

Fuente: Pagina Siete

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