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Mayerly era la mimada de su casa y adoraba a los niños

Para los seres queridos, los vecinos y las amigas, la sonrisa de Mayerli era única. La joven de 18 años —que fue asesinada y descuartizada esta semana en la zona Alto Inca Llojeta— era la hija más mimada de su familia y adoraba a los niños. Y por eso, ella tenía el sueño de estudiar la carrera de parvularia.

“Mayerly tenía muchos sueños, quería estudiar algo relacionado con los niños porque le encantaban”, contó a Página Siete la tía de la joven, María Condori. Recordó que su sobrina siempre estaba dispuesta a cuidar a sus primos. “Cuando llegaba a su casa con mis hijos, lo primero que ella hacía era abrazar y jugar con ellos”, indicó.

Erika, la hermana mayor de la víctima, también recordó esa faceta de la joven. Evocó los días cuando Mayerly abrazaba y cuidaba a sus sobrinos. “Ella siempre estaba pendiente de mis hijitos; le gustaba jugar, cambiar y arreglar a mis niños. Cuando no los llevaba a la casa de mis papás, ella siempre me reclamaba”, recordó.

Para Erika, el apego de Mayerly a los niños quizá se debía a que ella “era una persona especial”, es decir que tenía una discapacidad mental. “A veces tenía la mentalidad de una persona de su edad y a ratos de una niña”, dijo y aseguró que este problema “no se le notaba físicamente”.

Pese a esa situación, la joven estaba dispuesta a vencer cualquier obstáculo y deseaba ser profesional. “Claro que le costaba más”, dijo Erika y explicó que por eso, su hermana “aún no salió bachiller, pero quería continuar estudiando”. Indicó que soñaba con estudiar una carrera relacionada con el cuidado de los niños. “Quizá parvularia”, sostuvo.

“Toda mi familia la mimaba demasiado”, comentó Erika y relató que esa muestra de cariño hacia su hermana era tan evidente que “nadie podía siquiera gritarle”. “Era la consentida del hogar”, aseguró.

En los recuerdos de su hermana, Mayerly “era divertida y siempre estaba riendo”. Aclaró que esa alegría la mostraba a las personas con las que tenía más confianza. “No con cualquiera. Ella debía tener confianza para hablar con alguien”, dijo.

Esta versión es confirmada por Melany, una amiga de la hermana menor de Mayerly, quien relató que conoció a la joven porque ella casi siempre las acompañaba a las fiestas de 15 años.

“Vino hasta mi fiesta de 15 años y nos ayudó en algunas cosas”, indicó la adolescente. “Ahí la vi bailar y divertirse. Estaba alegre”, recordó.

Erika dijo que pese a su alegría, Mayerly era una joven muy reservada. “Hace un tiempo la escuché hablando con un hombre. Cuando le pregunté quién era, no me dijo nada y no quise insistir porque supuse que era alguien de su colegio”, sostuvo.

Aseguró que su familia no conocía si Mayerly tenía una relación amorosa con alguien. “Ni lo conocíamos a ese hombre (Matusalén) que habría matado a mi hermanita”, dijo. Añadió que ahora lo único que pide es justicia para su hermana.

“Ese hombre hizo un gran daño a mi familia, nos quitó a quien más queríamos, a la más mimada y consentida. Yo siento que me han quitado las manos, qué haré, ya no podré verla y ya no podré abrazar a mi hermanita que el próximo 18 de octubre iba a cumplir 19”, lamentó.

La última vez

Mayerly salió de su casa el domingo por la mañana —en el Día del Peatón—. “Era extraño porque ella no salía mucho de la casa”, aseguró su hermana.

A medida que pasaban las horas, la joven no aparecía y su familia comenzó a desesperarse. “Después de unas horas respondió a mi mamá indicando que estaba bien”, relató.

Mientras tanto en los medios de comunicación difundían una terrible noticia: el hallazgo de los restos de una joven que fue asesinada y descuartizada.

Horas después, la Policía solicitó a los familiares que identifiquen los restos por la ropa que llevaba puesta la víctima. Ni se imaginaron que era Mayerly. “Pero cuando mostraron la mochila que llevaba, vi que era uno de los bolsos que le di”, declaró su hermana.

Cuando la familia acudió a la morgue vio el cuerpo irreconocible de la joven. “La identificamos porque tenía un lunarcito cerca del labio”, sostuvo.

“Para mí ha sido como un balde de agua fría. Mi mundo se vino abajo”, relató la hermana mayor, mientras con impotencia y entre lágrimas observaba el ataúd blanco de Mayerly.

Sobre el ataúd, la familia puso uno de los bocaditos más preferidos de la joven: los “chizitos”. En ese espacio también se encontraba una foto de la joven.

En el velorio, que se realizó ayer en la zona Ballivián, de la ciudad de El Alto, más de 100 personas llegaron la lugar con gritos de “justicia”, llanto, dolor y desesperación.

Los papás, los hermanos y familiares de la joven estaban desconcertados y no encontraban consuelo. Su mamá no dejaba de llorar la muerte de la tercera de sus cuatro hijas. “Ya no puedo, ya no puedo con el dolor”, dijo mientras observaba la foto de su hija. En la imagen, Mayerly se ve coqueta y sonriente, tal como todos la quieren recordar.

“Es muy triste lo que pasó. Hace unos días la vimos tranquila y sonriendo. Ahora está en ese ataúd y sin poder contar lo que le hicieron”, comentó una vecina, ayer en el velorio de la joven.

Luego de unas horas, el cortejo fúnebre salió al cementerio de la zona del Mercedario. “Justicia”, “justicia” y “justicia”, gritaban los asistentes. En una parte del recorrido, familiares y vecinos sujetaron el ataúd y dieron tres vueltas con el sentido contrario al reloj.

Esta acción se acostumbra realizar para que pronto se pueda identificar y castigar al asesino. “Queremos pena de muerte para el autor de este crimen”, gritó uno de los vecinos.

“Ella estaba pendiente de mis hijitos, le gustaba jugar y arreglar a mis niños. Cuando no los llevaba a la casa, ella me reclamaba”.

Erika, hermana de Mayerly

“Mayerly tenía muchos sueños, quería estudiar algo relacionado con los niños porque le encantaban”.

María Condori, tía de la víctima

Pagina Siete.