Liliana Colanzi: Ante cada logro hay una reacción que nos empuja a retroceder

Liliana Colanzi es parte de una nueva generación de literatos bolivianos que destacan dentro y fuera del país. Fue elegida entre los 39 escritores latinoamericanos menores de 40 años más sobresalientes. Tiene tres libros de cuentos que han aparecido en medios como El País, Letras Libres, Americas Quaterly, The White Review, El Desacuerdo y Etiqueta Negra, entre otros.

A sus 38 años tiene un doctorado en Literatura Comparada y enseña en la universidad de Cornell (New York). Además, lleva adelante la editorial Dum Dum.

Prensa Libre

No cree en la literatura como espacio de activismo para la mujer, pero es feminista a ultranza. Asegura que su llegada a la literatura fue algo misterioso porque no tenía a nadie alrededor que le ayude a elegir sus lecturas, ni conocía de talleres ni grupos de lectura. En la Santa Cruz de los 90 donde creció, no había ni siquiera una carrera literaria universitaria(y sigue sin haber). Por tanto ha alimentado su pasión por las letras en soledad. “Este mundo de la fantasía que me abrió la lectura fue una especie de refugio”, afirma la escritora que también sostiene que seguirá apostando por el cuento, explorando el género fantástico y otros géneros populares como la ciencia ficción como vehículo para cuestionar la temporalidad humana.

Comencemos con su visión de lo que es la literatura. ¿Ve machismo en la literatura?

La literatura ha sido un campo tradicionalmente masculino. Incluso, la representación de la mujer en la literatura ha estado mediada por la mirada masculina, por la forma en que los hombres han escrito sobre las mujeres, de manera que incluso cómo las mujeres nos hemos pensado a nosotras mismas responde a esa mirada masculina. Este año encontré una antología que se llamaba Los mejores cuentos del siglo XX, editada por Ricardo Pastor Poppe, en la que entre una veintena de autores no había una sola mujer que fuera representativa del cuento durante todo el siglo XX. Es muy chocante. Incluso, si la mujer ha incursionado en la literatura, aquello que ha dicho, que ha escrito tiende a perderse con una gran facilidad. Por eso también, uno de los intereses de DumDumEditora es rescatar estas voces que han sido olvidadas e ignoradas a través del tiempo y preguntarse el porqué de este olvido, de esta negligencia con respecto a las voces de las autoras.

Virginia Woolf decía que la mujer para crear necesita un cuarto propio, entendido como una independencia económica. ¿Cree que la mujer boliviana en la literatura ya tiene un cuarto propio o está en pos de conquistarlo?

Ahora el problema no es el cuarto propio, que, como bien dice, se refería a la independencia económica, porque ahora todas las mujeres trabajamos. Me parece que ahora el espacio propio se refiere más a ese tiempo de ocio que es fundamental para poder pensar, crear, cuestionar y que nos hace tanta falta a las mujeres, porque, si bien ingresamos al campo laboral, no nos deshicimos de toda la carga del trabajo doméstico o de la crianza de los hijos, a menos que vengamos de un lugar privilegiado y podamos pagar para que otra mujer lo haga. Entonces, estamos trabajando a doble jornada. Esta jornada extra no tiene ni reconocimiento social ni una paga y limita muchísimo las posibilidades de incursionar en la esfera pública. Ya no es tanto el cuarto propio, porque estamos trabajando para pagárnoslo, porque no hay nadie que nos los dé, sino que seguimos haciendo todas estas tareas domésticas y cuando el hombre las hace se considera como ayuda, no como parte de su responsabilidad. Esto limita mucho el tiempo del que dispone una mujer para crear, escribir, pensar, para hacer otras cosas.

¿Se puede luchar contra ese machismo desde la literatura?

Yo no veo la esfera literaria como parte de un activismo. Para mí la literatura es un lugar de contradicción y de incertidumbre, y donde puedo encarnar aquello que me repugna y que va contra los valores en que creo. Lo que hace la literatura es redistribuir lo sensible, abrir campo a otras voces, deseos y subjetividades que no han estado presentes en la literatura por haber sido ésta un reflejo de la mirada masculina. Quizás la tarea que tenemos las escritoras es hacer que la literatura sea también una forma de proyectar o de plantearse qué es el deseo femenino (y cuando me refiero a deseo no es solamente el deseo erótico, el deseo sexual, sino cómo nos proyectamos en el espacio público, cómo reinventamos las instituciones, el poder y también los espacios cotidianos donde se están jugando muchas cosas políticas, desde una mirada femenina).

¿Cómo fue el proceso de creación del libro La desobediencia y qué mensaje central se quiere dar con el mismo?

La idea de este libro surgió a principios de este año. Por un lado quería hacer algo con el ensayo escrito por mujeres, que es una deuda pendiente en Bolivia, y por otro lado había en el ambiente una sensación de hartazgo, rabia e impotencia por la avalancha de denuncias sobre violaciones grupales, feminicidios, golpizas a mujeres por parte de políticos y un montón de casos de violencia hacia la mujer que quedaban y siguen quedando en la impunidad. Decidí convocar a escritoras. Les sugerí que escribieran de aquellos temas y de aquellas preguntas que les resultaran más urgentes explorar. La respuesta fue muy inmediata y empezaron a llegar textos que tocaban diferentes temas, desde la maternidad, el acoso, la migración, el liderazgo sindical, el lugar del feminismo frente al estado, la relación de las mujeres con nuestros propios cuerpos, que es una relación muy difícil mediada por exigencias externas que nos dicen cómo nos debemos ver, mediada también por el consumo que nos obliga a modificar y mutilar nuestros cuerpos. Son 11 textos de autoras de diferentes generaciones, desde las que tienen una larga trayectoria como María Galindo, Vicky Ayllón o Alison Spedding, hasta autoras más jóvenes como Lucía Carvalho y Christian Egüez. Era fundamental iniciar un diálogo intergeneracional donde pudiéramos ver desde las perspectivas de escritoras y feministas las inquietudes y preguntas que tienen.

En sus columnas, uno de los aspectos que trata es la rabia. ¿Cómo podemos canalizar la rabia, es bueno sentirla?

La rabia es una reacción natural ante una sensación o una situación de injusticia. La rabia puede ser una enorme fuerza de cambio, de transformación social, puede ser el vehículo para empezar a hacer cosas. De hecho, todas las revoluciones también necesitan de esta chispa de rabia, de bronca, que mueve a las personas a empezar a cuestionarse cosas y a empezar a hacer cosas que cambien estas situaciones de injusticia. Las protestas que hemos visto contra los feminicidios o más recientemente contra los incendios forestales han nacido de la rabia, y tienen un fuerte componente político.

¿Qué reflexiones tiene sobre la violencia hacia la mujer? Parece que ha llegado un punto de inflexión en que la mujer tiene más autonomía, pero, a la vez es más agredida.

la violencia contra las mujeres no es algo nuevo. Los feminicidios, las violaciones grupales, los abusos sexuales, el acoso no son acontecimientos nuevos, son resultado de una estructura de dominio masculino. Sin embargo, este nivel de crueldad y de saña que se ve últimamente en varios casos de feminicidio, sí es inusual. Tengo la intuición de que responden también a lo que mencionaba: es una respuesta a ciertos avances de las mujeres con respecto a la autonomía sobre su sexualidad y sobre sus cuerpos. Este es un punto de inflexión en el feminismo; se está resignificando lo que es la familia y la manera en que una mujer vive su sexualidad. Cada vez que las mujeres hemos intentado avanzar con algunas agendas hemos vivido siempre un empujón que nos quiere hacer regresar al lugar donde estábamos. Ante cada logro feminista siempre ha habido también una fuerza para hacernos retroceder y eso es lo que estamos viviendo ahora. No me parece para nada casual que este sea un momento en el que hay una explosión de fuerzas ultraconservadoras que quieren devolver a la mujer a un espacio doméstico y que quieren negarle cualquier tipo de autonomía sobre su cuerpo y sobre su sexualidad. Creo que este auge de movimientos relacionados con las iglesias y también este discurso neofascista que ataca a la agenda feminista, es una reacción al cambiodel sentido común que está logrando el feminismo.

¿Ha sentido el ataque de grupos conservadores que actúan en las redes sociales? De hecho, ha cerrado su cuenta de Twitter, ¿cómo ha vivido ese proceso?

No me he salido del Twitter por los insultos, sino porque quería más tiempo para trabajar en proyectos propios y las redes sociales distraen mucho. Las redes sociales me parecen muy interesantes porque hay un debate público, una manifestación de lo popular que es muy vital y que en estos días pasa por internet. La esfera pública en este momento está saturada por discursos bastante conservadores, por lo que no es sorprendente recibir este ataque por parte de ellos. Por otro lado, no me aproximo a las redes sociales con ingenuidad pensando que todo el mundo va a estar de acuerdo con lo que pienso. De hecho, los insultos, las agresiones son una parte de lo que implica tener una voz pública. Lo que sí noto, no solo por experiencia propia sino también por lo que veo que pasa con otras mujeres en la esfera pública, es que los insultos que nos dirigen tienen un fuerte contenido misógino y de agresión sexual.

¿Tendrá que ver con que en Santa Cruz hay una visión más conservadora?

Yo creo que el machismo está presente en Bolivia en general, a todo nivel, pero que se manifiesta en cada ciudad de manera diferente. El tema que yo abordé y que causó polémica fue de la ‘frater’, que habla de cómo se manifiesta este sistema patriarcal en Santa Cruz. De hecho, me parecía extraño que no concitara mayor interés, que estuviera tan naturalizado que a nadie se le ocurriera preguntarse porqué existe este orden de cosas. ¿Por qué existe un día a la semana exclusivo para hombres en el que está vedada la participación femenina? Es un privilegio masculino incontestable, un derecho adquirido que a los cruceños, en pleno siglo XXI, les parece perfectamente normal. Además de una cita que supuestamente se limita a la diversión entre hombres, genera otro tipo de vínculos económicos, políticos, que estructuran todas las redes de poderen Santa Cruz. Y el poder en Santa Cruz es un poder netamente masculino y patriarcal, estructurado a partir de estas sociedades de hombres. Si se fijan en las instituciones más poderosas de Santa Cruz, como la CAINCO, van a encontrar una escasísima presencia femenina.

¿Es posible hoy ser feminista en Santa Cruz?

Sí, hay un debate feminista en Santa Cruz con colectivos como Mujeres Creando, con la Casa de la Mujer, Rebeldía y otros que han marcado una trayectoria. Por otro lado, no me parece casual que en una ciudad, en un departamento, donde hay esta estructura patriarcal tan arraigada sea donde se están creando cada vez más estos grupos feministas jóvenes y muy desobedientes, muy dispuestos a dar la pelea. Tomemos en cuenta que tenemos hace muchísimos años a un alcalde misógino que manosea a las mujeres, quien hace chistes denigrantes sobre las mujeres y que es festejado por buena parte de la población y que, además, actúa en total impunidad.

En cuanto a políticas en beneficio de la mujer, ¿cómo ve a Bolivia?, ¿ve avances o retrocesos?

Estamos estancados. No se han conseguido demandas clave en la agenda de la mujer como la despenalización del aborto que es un tema importantísimo. Las normativas que existen no se respetan, todavía se obliga a parir a niñas que han sido violadas, y eso atenta contra los derechos humanos y es tortura. Por otro lado, la ley 348 tampoco ha ayudado a acelerar los procesos en contra de los asesinos de mujeres y tiene falencias que han observado las organizaciones de mujeres. La ley de identidad de género que supuestamente beneficiaba a mujeres trans quedó trunca porque le quitaron su artículo más importante, el que garantizaba el ejercicio pleno de sus derechos a trabajar, a casarse, a acceder a la salud.

Hemos visto al Presidente encabezando una marcha de mujeres, la Presidenta de la ONU ha llegado para decir que aquí hay avances. Sin embargo, cada año contamos más feminicidios…

Es una manipulación de una agenda feminista en aras de conseguir más votos, porque si hubiera una verdadera voluntad política se hubieran hecho muchas más cosas a favor de las mujeres a lo largo de estos años. Lo que vemos, más bien, es que hay muchos golpeadores de mujeres dentro del MAS y de partidos de la oposición que ni siquiera reciben un castigo y siguen en sus puestos a pesar de las denuncias. Evo Morales no pasaba pensión a sus hijos y es un machista que celebra en público actos degradantes hacia las mujeres, por lo cual su presencia en la marcha fue un acto de manipulación.

Ahora vamos a ir a unas elecciones con un panorama igualmente masculino. ¿Qué le parece esa lista de candidatos o por lo menos de los binomios?

Desoladora, desesperanzadora, retrógrada.

¿Ha visto algo en los programas de los partidos que le llame la atención, que genere alguna esperanza?

La verdad es que no. No tengo ninguna esperanza con respecto a estas elecciones, no hay una sola opción que me parezca legítima o que tenga un programa mínimamente interesante.

HOJA DE VIDA

Inicios Nació en Santa Cruz en 1981.
Estudios Estudió Comunicación en la UPSA. Hizo posgrados en Cambridge y enseña en Cornell (EEUU).
Obra Ha publicado tres libros de cuentos: Vacaciones permanentes (2010), La ola (2014), Nuestro mundo muerto (2016).

Pagina Siete.