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La tragedia de las familias que lidian contra el dengue y la incertidumbre

Fátima Egüez ha pasado los últimos 30 días en el Hospital del Niño para cuidar a su hija de 13 años que está internada, ahora en la unidad de infectología, luego de haber sido diagnosticada con dengue grave. Las madres de las niñas y niños con dengue pueden pasar semanas en el Hospital del Niño con incertidumbre sobre la salud de sus hijos y gastos diarios para medicinas y exámenes de laboratorio.

“Mi hija cumplió un mes internada. Ella comenzó con sangrado en las encías, inmediatamente la mandaron en ambulancia al hospital de tercer nivel porque aquí se encargan de tratar en especial el dengue”, explica Egüez, que vive en una zona céntrica y auxiliada por todos los servicios básicos en la capital cruceña.

Santa Cruz de la Sierra atraviesa una epidemia de dengue que está afectando principalmente a niñas y niños de 0 a 14 años, que se infectan por un virus transmitido por la picadura de la hembra del mosquito Aedes aegypti. Mientras los síntomas del dengue clásico son el dolor de cabeza, dolor detrás de las órbitas oculares o ardor en los ojos y fiebre intermitente que se extiende por unos cinco días, en el caso del dengue grave (antes llamado dengue hemorrágico) presenta también sangrado que puede ser por la nariz o encías.

En los datos de la OPS se cuentan 110 de casos de dengue grave en Bolivia registrados hasta la sexta semana de este año. Los casos superan los 11.000 en todo el país, el 75% de ellos en el departamento de Santa Cruz. El Servicio Departamental de Salud informó que se cuentan hasta ahora 8.431 casos, 35 con muerte, de esos casos, 30 están confirmados por dengue y cinco están en estudio.

La hija de Fátima Egüez no fue la primera en enfermar en su familia. Unos días antes su pequeño de ocho años presentó síntomas, fue llevado al mismo centro de salud Elvira Wunderlich, ubicado entre el segundo y tercer anillo, donde lo derivaron al Hospital El Bajío, porque su número de plaquetas en sangre había disminuido en cuestión de horas, además de la presencia de dolor de cabeza y fiebre intermitente. A los tres días, el peligro había pasado y podía recibir cuidados en su casa. Una semana después del episodio con su pequeño hijo, su hija adolescente cayó enferma, pero esta vez la derivaron con urgencia al Hospital del Niño. “Estuvo en una sala de Emergencias, a los dos o tres días comenzó a perder la memoria. Me hablaba cosas que nada que ver, me decía cosas raras. Me la traspasaron a terapia intensiva porque parece que le estaba afectando el hígado. Estuvo ahí tres días, estuvo a medio pasito de que me la intuben”, dice Fátima.

La madre habla con tranquilidad porque el peligro ha pasado, pero no olvida el hecho de que los pulmones, el estómago y el hígado de su hija están afectados. Según cuenta, la niña “recibió una transfusión de sangre y diez (dosis de) plaquetas”. Ahora debe buscar donantes para devolver por lo menos seis unidades de las plaquetas consumidas.

Fátima Egüez y su esposo están sin trabajo, pero sus gastos han sido grandes y los han paliado con iniciativas pequeñas, como hacer comida para una venta solidaria, o con el apoyo de sus allegados y de desconocidos.

El Gobierno anunció, el pasado martes, que los tratamientos para el dengue serían gratuitos. “Hoy no me han pedido ya medicamentos; esos medicamentos para la hemorragia estaban en 35 a 40 bolivianos cada uno, tres inyecciones diarias comprábamos. Hasta ahora sigue con eso. Sólo me han pedido laboratorio, algunos hay que hacerlos afuera (del hospital). Ayer recogí un (resultado de) laboratorio, me costó 280, pero gracias al señor hay (dinero). Mi hija ha sido bendecida, vienen y le donan”, dice Fátima.

Las ecografías las ha pagado siempre de su bolsillo en laboratorios privados. Otro examen que necesita es una tomografía para saber si hubo otras afectaciones al cerebro. “Ella no se acuerda, parece que ha renovado su memoria, todo lo que pasó se borró, como la computadora. Nos reconoce, pero las cosas que le hablo de hechos donde ella ha estado no reconoce”, dice Egüez.

En otro pabellón, el pasillo de la sala de espera de terapia intensiva están madres y padres a la espera de tener alguna información de los médicos o ingresar a ver a sus hijos. Sólo se permite un familiar por paciente. Muchos pasan la noche allí sobre cartones, que durante el día arrinconan y tratan de esconder para que pase desapercibida su presencia. Ahí está Tatiana, una madre joven que no deja de repetir su fe en Dios porque su pequeño se está recuperando.

“Me lo han desahuciado tres veces a mi hijo. Yo nunca perdí la fe de que va a salir caminando. Mi hijito es un valiente, tiene tres añitos y sigue luchando”, dice Tatiana. Sus otras dos hijas mayores se enfermaron antes de Carnaval con dengue. En la farmacia le recetaron un tratamiento y fue suficiente para su recuperación. Cuando el pequeño presentó síntomas, quiso repetir el tratamiento pero fue inútil, llegó un momento en el que vomitaba sangre.

El niño está sedado desde el día que llegó al Hospital del Niño. “Le traje aquí en martes de ch’alla a la una de la tarde. No me querían atender, me enojé. Le pusieron suero. El miércoles comenzó a vomitar con sangre, en la noche lo pusieron en reanimación. Me dio pocas esperanzas el doctor. Después me hicieron firmar un papel y puse mi huella (digital), diciendo que es un caso crítico… Sigue botando sangre, pero poco, por la naricita”, dice Tatiana.

“No cubre todo el Gobierno, es mentira eso. Ayer me dieron receta para comprar, los medicamentos son caros, aquí no hay, hay que comprarlos afuera, pero hay gente buena que me está ayudando. Gente desconocida viene y empieza a ayudar, traen comida. Le han pedido ecografía, he tenido que hacerlo afuera”, dice Tatiana.

Menonitas

David Peter es un adulto mayor menonita llegado desde el municipio de Charagua, de la colonia Durango, junto a su esposa porque su bebé de cinco meses tiene dengue. Mientras él cuenta las peripecias que tuvieron que pasar hasta llegar a la capital, su compañera llora en silencio en el pasillo afuera de la sala de terapia intensiva.

El 10 de febrero llegaron a la ciudad y no volvieron a sus tierras desde entonces. “(El bebé) ha recuperado del dengue, pero no le dejan salir todavía. Se enfermó en la casa, no estaba tan grave, lo llevamos al hospital de Charagua. Ellos no tenían todas las máquinas (equipos) que se necesitaba y nos trajeron aquí. Cuando llegó aquí estaba hinchado, se hinchó todo el cuerpito”, dice Peter.

El agricultor afirma que en Charagua no hay mosquitos y que tampoco existen casos de dengue entre los menonitas. La pareja permanece día y noche en el pasillo, como otros padres, aunque sólo se permite a un familiar por paciente, y se queja de que tienen una hora de visita por la mañana y por la tarde, pero coincide con la visita de los médicos.

“Se me está acabando mi dinero, casi no tengo”, comenta Peter, que ha dejado su tierra a cargo de uno de sus hijos que tiene discapacidad auditiva, pues sus otros descendientes están casados y tienen sus propias familias.

Fuente: Pagina Siete

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