
Persiste el riesgo de crisis de agua en La Paz por lluvias tardías, pese a tener 5 nuevos embalses
Desde la crisis de 2016, en La Paz entraron en marcha cinco nuevos embalses de agua, para evitar otro desabastecimiento. Aunque en esta sequía nos dieron un respiro, al evitar un racionamiento, las escasas y tardías lluvias mantienen el riesgo para un aprovisionamiento total. Las autoridades piden a la población no desperdiciar el líquido.
“A diferencia de gestiones pasadas, en ésta hemos sentido mucha preocupación. Por la crisis climática que atravesamos, ha sido muy notoria la reducción de volúmenes de agua en los 10 embalses que abastecen del líquido a La Paz y El Alto. Hasta el momento las lluvias han sido reducidas, estamos conscientes, y por eso llamamos a la reflexión del pueblo paceño y boliviano, para hacer un uso racional del elemento”, señaló el ministro de Medio Ambiente y Agua, Juan Santos Cruz, en conferencia de prensa el pasado martes.
Tras una inspección de las autoridades, a ocho de los 10 embalses, se verificó que con las lluvias del 1 de febrero se acumularon 26 millones de metros cúbicos de agua. Hasta el 3 de febrero, esa reserva subió a 28,1 millones.
Esto equivale al 45% de la capacidad total de las represas. Cruz recordó que el año pasado, en estas fechas, la reserva sobrepasaba el 60%.
Embalses a menos de la mitad
Hasta 2016, el suministro de agua en La Paz y El Alto venía de cinco represas principales. Tras la crisis de ese año se empezó la construcción de tres represas y la puesta en marcha de cinco proyectos detenidos para prevenir una nueva emergencia.
Hoy, los embalses principales suman 10, cinco antiguos: Tuni, Incachaca, Hampaturi, Ajuankhota y Milluni; y cinco nuevos: Hampaturi Alto, Jankokhota, Pampalarama, Chacaltaya y Alpaquita.
Además, hay tres presas menores que en 2016 prácticamente desaparecieron, pero que ahora se recuperan: Kinkillosa, Estrellani y Sora Jahuira.
Todas juntas pueden almacenar 62,81 millones de metros cúbicos de agua. Suelen alcanzar este máximo casi al final de la época de lluvias. Sin embargo, a dos meses de que éstas terminen, no han llegado ni a la mitad de su almacenaje total. Y es que este año las lluvias llegaron tarde y las que ya empezaron aún son escasas.
“Sigue sin llover y en algunas zonas ya hemos sentido una baja de presión. Epsas debe estar empezando a ahorrar”, conjeturó una vecina de Pampahasi.
Su zona fue una de las más de 60 que, en 2016, se quedaron sin agua por más de dos meses. “Ya da miedo cuando se habla de represas bajas”, afirmó.
El interventor de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (Epsas), Vladimir Iraizos, señaló que ante las alertas de una nueva sequía, desde junio, se tomaron varias medidas. “Si no, quién sabe, no hubiéramos podido llegar con el suministro de agua hasta 2023. Hemos hecho abducciones y conexiones para llenar nuestras represas. Ahora están en un 45% del total”, manifestó.
Según datos de Epsas, hasta el 3 de febrero el único embalse que logró llenarse hasta el 94% de su capacidad es el Jankokhota. Esto se debe a que es un embalse de 3,1 millones de metros cúbicos y ya almacena 3,02 millones.
Aunque es uno de los embalses principales, es mucho menor a la represa Tuni, que tiene almacenados 12,4 millones de metros cúbicos, tres veces más que Jankokhota. Con esta reserva apenas llega al 50,46% de su capacidad.
La represa más pequeña, de las 10 principales, es Alpaquita. Hasta el viernes se acumularon 595.426 metros cúbicos de agua, lo que equivale al 42,92% de su capacidad de embalse.
La represa que tiene el menor porcentaje de llenado, es Incachaca. Este embalse con 1,2 millones de metros cúbicos acumulados apenas cubre el 24,45% de su capacidad total.
“El canal de Estrellani tiene una capacidad de abducción de 100 litros por segundo. Para luego llenar Incachaca”, dice Iraizos.
Milluni está en un porcentaje similar. Con 2,2 millones de metros cúbicos de reserva, llegó al 26,16% de su capacidad.
Con 2,1 millones de metros cúbicos, la represa de Ajuankhota llegó al 62,41% de su capacidad; mientras que Chacaltaya está en un 52,65% de su embalse y 1,4 millones acumulados.
En el caso de Hampaturi, su volumen llegó a 1,5 millones de metros cúbicos, lo que cubre el 50,52% de su capacidad. En cambio, su represa hermana, Hampaturi Alto, llegó al 40,43% de su potencial y acopió 2,4 millones de metros cúbicos de agua. De la misma forma, la reserva de Pampalarama es de 1,1 millones de metros cúbicos de líquido, lo que equivale al 37,38% de su cupo.
“Naturalmente nos preocupa y ya se han tomado medidas urgentes. Junto a Epsas nos anticipamos para dar tranquilidad sobre el abastecimiento. Mientras tanto, (los embalses) están dentro de los rangos permisibles, considerando que -según el Senamhi- habrá dos meses de lluvias frecuentes. Tenemos esperanza que con eso cumplamos con la expectativa de volúmenes para atender a la población durante este año”, resaltó Cruz.
Pero, y ¿si deja de llover?
En Bolivia la época de lluvias se extiende desde noviembre hasta marzo, con diciembre, enero y febrero los meses con las lluvias más intensas. Durante esta época, las represas se colman de agua para abastecer a la población durante la temporada seca, que va desde abril hasta octubre.
Éste es el ciclo de los embalses. Tienen cinco meses para acumular una reserva y siete para administrarla, cuando empiezan a vaciarse, para llenarse nuevamente en las próximas lluvias.
Pero si las lluvias no llegan y no hay una reserva suficiente, el agua se agota y se produce el desabastecimiento. Esto ocurrió en 2016, cuando las precipitaciones llegaron tarde dejando tres represas con niveles menores al 8% de su capacidad y una cuarta completamente vacía. Sólo la represa Tuni logró mantener el 40% de su embalse, no por las lluvias, sino por el deshielo acelerado y las altas temperaturas.
A pesar de que actualmente se almacenan 28,1 millones de metros cúbicos de agua, casi el triple de los 10 millones de 2016, si las lluvias cesan, no serán suficientes para satisfacer el consumo de la población hasta la siguiente temporada lluviosa.
Según datos de Epsas, al mes, los municipios de La Paz y El Alto consumen alrededor de 7,1 millones de metros cúbicos de agua potable. Para cubrir esta demanda, durante los siete meses secos, se requieren 49,7 millones de metros cúbicos; 13, 11 millones por debajo de la capacidad total de reserva de los 10 embalses, que es de 62,81 millones.
Si ahora las lluvias se detuvieran, tendríamos que depender de los 28,16 millones de metros cúbicos acopiados hasta ahora. Si los dividimos entre los 7,1 millones de consumo mensual, vemos que las reservas apenas podrían cubrir cuatro meses, de los nueve que faltan hasta la siguiente época de lluvias.
Aún si llueve es posible que no se logre recuperar lo ya perdido y que los embalses no lleguen al 100% de su capacidad.
“Como medidas de emergencia ya se están perforando tres pozos y hay otros cinco proyectados. Éstos son adicionales a los 64 que tenemos en Tilata (El Alto) y que tienen una capacidad de abducción de 16 millones de metros cúbicos, adicionales a las represas. Además, se hizo una captación de 200 litros por segundo, del río que va a Unduavi y a la par está la abducción de Palcoma, que aporta de 400 a 500 litros por segundo”, detalló Iraizos.
Sostuvo que todas esas medidas son para llenar las represas. Enfatizó que al ser trabajos de emergencia requieren presupuesto.
“Todas estas medidas implican y requieren inversión, la hacemos pero no es suficiente. En contraposición nuestra tarifa es la más baja: 1,78 bolivianos por metro cúbico. Cómo es posible que con esa agua se mezcle cemento o se laven autos, cuando debería ser prioridad para el consumo”, reflexionó.
El fantasma de 2016
En 2016, La Paz enfrentó una grave crisis de agua debido a la fuerte sequía que azotó al país. El evento climatológico se sumó a la creciente demanda de agua por el aumento de la población, la urbanización y la falta de inversiones en infraestructura de almacenamiento de agua.
Como resultado, miles de familias tuvieron restricciones en el suministro de agua potable y tuvieron que buscar varias alternativas, como los camiones cisterna.
La crisis afectó negativamente la economía local y la calidad de vida de la población.
El Gobierno implementó una serie de medidas, entre ellas la construcción y puesta en marcha de cinco nuevas represas.
Aún quedan pendientes dos proyectos adicionales que culminarán en 2024.
“Desde junio hemos tomado las medidas necesarias. Sino no hubiéramos llegado hasta 2023”.
Vladimir Iraizos, Epsas
“Los embalses están dentro de los rangos permisibles, considerando que habrá dos meses de lluvias”.
En noviembre, La Paz y El Alto batieron récord de consumo de agua por el calor
Las olas de calor de los últimos meses causaron un incrementó en el consumo de agua en los municipios de La Paz y El Alto, marcando récords históricos. Los picos más altos se presentaron en noviembre, según un reporte de la Autoridad de Fiscalización y Control Social del Agua Potable y Saneamiento Básico (AAPS).
De un consumo promedio de 200 mil metros cúbicos diarios, entre ambas urbes, el 5 de noviembre se llegó a consumir hasta 260 mil metros cúbicos de agua. Ésta es la cifra más alta.
“Otro pico fue el 22 de noviembre con 250 mil metros cúbicos. El último día del mes, 30 de noviembre, hemos bordeado los 245 mil metros cúbicos. En promedio hemos superado en 40.000 metros cúbicos al uso normal que tenemos en la ciudad de La Paz y El Alto”, dijo la directora de la AAPS, Karina Ordóñez
En 2019, un estudio de la Universidad Mayor de San Andrés estimó que en el municipio de La Paz, al día, cada persona consume entre 100 y 150 litros de agua, mientras que en El Alto el consumo por persona es de 50 a 60 litros. Se explica que la razón principal para la diferencia es que los habitantes realizan sus actividades en la urbe sede de Gobierno y la joven urbe es como una ciudad dormitorio.
Si bien las olas de calor, frecuentes en esta época del año, suelen elevar el consumo de agua, este año se sintió más. Entre fines de octubre e inicios de noviembre, El Alto registró temperaturas de hasta 20,3 grados, mientras que La Paz reportó hasta 25,6 grados.
Aunque no batieron récords, están cerca de los históricos registrados en ambas urbes. En 1965 El Alto llegó a los 23 grados y en 2004, La Paz a 26,5 grados.
A esto hay que sumarle la llegada tardía de las lluvias y sus volúmenes insuficientes para la región occidental del país. Las autoridades creen que la sequía actual puede ser la más intensa que el país haya vivido en los últimos años.
No sólo es la sequía, también hay fugas
Según datos de Epsas, al mes en promedio, la empresa produce 7,1 millones de metros cúbicos de agua potable. De esta cantidad sólo 5,4 millones son facturados. El restante, 1,7 millones de metros cúbicos, equivalente al 23,9% de la oferta, se pierde por filtraciones, roturas de cañerías y conexiones clandestinas.
“Esto se va en tuberías antiguas y conexiones clandestinas. Representa una pérdida económica de unos 40 millones de bolivianos al año”, manifestó Iraizos.
Ya en la crisis de 2016 esto era un problema. Entonces se estimaba que la pérdida era mayor del 30%.
Mucho de lo perdido se debe a filtraciones y cañerías rotas en la red de distribución. Su cambio fue recomendado en 2012; sin embargo esto implica una gran inversión de dinero y todo un plan que por el momento no existe.
Pero eso no quiere decir que no se estén tomando medidas. Una acción inmediata es el cambio de los reguladores de presión, labor que ya se hizo en Achumani, en la zona Sur.
“Era una válvula reductora de hace 25 a 30 años. Se la cambió por una de última tecnología que cuenta con un sensor que nos ayuda a monitorear si hay fuga y a controlar la presión. Así evitaremos que las cañerías revienten y se reducirá el derroche”, dijo Iraizos.
Pero el problema también está en las conexiones clandestinas, que alcanzan a un 20% de las conexiones. Por este tema hay más de 15 funcionarios investigados.
Prohibido derrochar agua en Carnaval
Ante la sequía y los bajos niveles en los embalses de agua, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua prohibió el uso inadecuado del agua potable durante el Carnaval, mediante la Resolución Ministerial N° 033. Se pidió a la población no desperdiciar el líquido.
“Vemos con mucha preocupación la escasez de agua y por eso queremos convocar desde el Gobierno nacional, a todo el pueblo boliviano, para que hagamos un uso apropiado y racional del agua durante estas épocas de Carnaval”, dijo el ministro de dicha cartera, Juan Santos Cruz.
Resaltó que aunque se respeta la tradición, el agua es un recurso finito y vulnerable que se debe preservar.
La norma prohíbe el uso inapropiado del agua potable para consumo humano durante las festividades del Carnaval, para evitar el desperdicio del líquido vital. La restricción rige para todo el territorio nacional.
El control debe ser realizado con el apoyo de las gobernaciones, alcaldías, la Autoridad de Control y Fiscalización del Agua y las diferentes empresas suministradoras de agua potable y alcantarillado. Estas entidades deben asumir medidas sancionatorias, acorde a sus competencias, para los infractores.
Todos estos aspectos se deben coordinar con el Viceministerio de Agua Potable y Saneamiento Básico, como responsable de la aplicación y seguimiento de la resolución ministerial.
El alcalde de La Paz, Iván Arias, adelantó que en este municipio las sanciones serán pecuniarias. En los próximos días serán definidas en una normativa municipal. “Vamos a emitir una disposición, donde estableceremos la prohibición del uso de agua en esta época de Carnaval, porque no estamos para botar el agua. Las represas no están en su nivel y las lluvias no son suficientes, por lo que no garantizan una provisión como para desperdiciar”, afirmó el burgomaestre paceño.
Indicó que desde el municipio se ayudará en el control y la sensibilización del uso de agua en lavaderos de autos y construcciones.
Fuente: Pagina Siete