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Víctimas de derrumbes solicitan ayuda para pagar gastos médicos

“No tenemos dinero para pagar las recetas, por favor, que el Gobierno nos ayude a cubrir los gastos del hospital. Esa carretera ya debería estar bien desde hace tiempo”, dijo Rubén Bustos, familiar de Eugenia Cruz Bustos, una de las sobrevivientes del deslizamiento, que se registró el domingo en la ruta Caranavi-La Paz.

Eugenia y su esposo Reynaldo Calle se transportaban de La Paz a Caranavi para trabajar como comerciantes. Viajaron junto a sus dos hijas de cuatro y nueve años, Ayda y Keila, además de sus dos sobrinos, Arnold y Joel de 16.

“A ellos (Joel y Arnold), la tierra se los ha llevado y los ha arrastrado hasta el río, así sobrevivieron y fueron rescatados, ahora pedimos ayuda para encontrar a las dos niñas”, dijo desesperado.

Eugenia se encuentra internada en el hospital Agramont de El Alto, donde fue trasladada y su esposo Reynaldo, falleció ayer en la tarde luego de “una falla orgánica múltiple”.

Los adolescentes se recuperan en el hospital Arco Iris por contusiones. Joel contó que el domingo llegó con su familia hasta el sector donde ocurrió el sábado el primer deslizamiento.

“Esperamos horas en la carretera dentro del auto, hasta que de pronto escuchamos un golpe fuerte y comenzamos a rodar. Yo agarré a una de las niñas, pero se soltó y el río se la llevó”, relató.

Arnold dijo que sostuvo de la mano a otra de las niñas quien le pidió a gritos: “¡No me sueltes!”. “Pero no pude hacer nada, se soltó y no la pude salvar”, contó entre lágrimas.

Según Rubén Bustos, hasta ahora la familia gastó al menos 7.000 bolivianos por paciente.

Neyba Chayña de 30 años es otra de las víctimas del segundo deslizamiento. Está embarazada de nueve semanas y deberá pagar los requerimientos médicos porque como no tiene lesiones graves, el SOAT no cubrirá los gastos. “Mi esposo y yo nos salvamos, pero perdí todos mis documentos. Me tendré que prestar para pagar, porque no tenemos recursos”, dijo.

Una mujer de 40 años, Blanca Quispe, perdió a su hija de nueve años, a quien abrazó muy fuerte cuando la mazamorra de tierra aplastó el vehículo en el que viajaban.

“El sábado en la noche, llegamos hasta el derrumbe y esperamos toda la noche. El domingo estábamos en el auto y de pronto la tierra ha caído. He agarrado a mi hija mientras el auto daba vueltas y en una de esas vueltas solté a mi niña y ahora está desaparecida”, lamentó.

Blanca también necesita ayuda para pagar la posible fractura de cadera que sufrió. “No tengo plata”, aseguró.

Fidel Poroma es profesor y viajaba el sábado de madrugada de La Paz a Alto Beni para trabajar. Recordó que esperaba dentro de un minibús junto a varios pasajeros, minutos antes del primer deslizamiento, que se registró ese día. “La tierra cayó de golpe y nos arrastró. Llegué hasta el río y me di cuenta de que mi brazo estaba fracturado, me arrastré con una mano para salir”, contó.

Sobre los costos, Fidel dijo que espera que el SOAT cubra con todos los gastos.

Luto y dolor

Ocho integrantes de la familia de Denis Arauco, fallecieron en la tragedia, dos adultos y seis niños. “Una de mis cuñadas, Juana Nacho, está viva y no tenemos dinero para pagar las curaciones. Además, no tenemos plata para pagar los gastos para enterrar a nuestros familiares. Necesitamos ocho ataúdes, por favor que el Gobierno nos ayude”, dijo entre lágrimas.

Ayer en la tarde, la ministra de Salud, Gabriela Montaño, dijo que esta Cartera de Estado gestionará para que el SOAT cubra los gastos médicos de los pacientes. “Como Ministerio cubriremos los gastos que no figuren por (el SOAT)”, afirmó. Agregó que el 60% de los 39 heridos de los deslizamientos necesitan cirugías, de ellos 14 están en el hospital Arco Iris.

“Empezamos a repetir el Salmo 23 y oramos para que Dios nos proteja”

Neyba Chayña, de 30 años y una de las víctimas del deslizamiento del domingo, tenía que llegar a Rurrenabaque antes del fin de semana, ya que el lunes debía retornar al trabajo.

Esta situación la obligó a viajar el domingo en la mañana desde La Paz. Para el mediodía, ella y su esposo, quien la acompañaba, llegaron al punto crucial del derrumbe donde esperaron por horas para que los funcionarios de la ABC habiliten la vía.

“Esperamos bajo el sol y en calor hasta la 13:00 y ahí vimos que un primer grupo de personas pasó por en medio del derrumbe y no les pasó nada, eso nos animó a pasar también”, cuenta.

Pero los rescatistas les indicaron que esperen hasta las 17:00, hora en que permitirían el paso de un segundo grupo.

“Vimos que algunos pasaban por más arriba del cerro. Era muy peligroso, así que decidimos esperar”, relata.

A las 17:00, uno de los trabajadores del lugar ordenó a la gente en una fila. Neyba y su esposo estaban entre los cuatro primeros. Empezaron la travesía y a la mitad del recorrido escucharon que la gente gritaba: “¡Se está cayendo!”. La pareja se asustó.

“La tierra tembló y la gente empezó a correr. Mi esposo se agarró de un árbol y yo empecé a caer y vi cómo la gente se hundía en la tierra. Con mi esposo empezamos a repetir el Salmo 23 y oramos para que Dios nos proteja”, cuenta entre lágrimas.

Una piedra cayó sobre Neyba, quien está embarazada de nueve semanas. La mazamorra la enterró y sólo dejó al descubierto su rostro y una mano. “Le pedí a mi esposo que me dejara morir y que viva por nuestro hijo, tenemos otro niño de cinco años que no viajó con nosotros”, cuenta.

Su pareja se negó a tal pedido y con sus propias manos escarbó la tierra para sacar a Neyba. La pareja sobrevivió a esta tragedia. Aseguran que se salvaron por un milagro de Dios.

“Sólo espero que no haya más muertos. No le deseo a nadie todo lo que vivimos. No sé de dónde sacó fuerzas mi esposo, pero me salvó la vida”, cuenta.

Pagina Siete.

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