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Alteños recordaron a sus seres queridos

Miles de familias se esmeraron para proveer de todos los elementos que debe contener una mesa para el difunto.

Con tradiciones y la fe puesta en que al mediodía de ayer llegaron las almas, muchas familias alteñas recibieron a sus seres queridos que hace un tiempo atrás partieron al más allá, quienes según las creencias llegaron a la Tierra, quienes fueron recibidos con la preparación de una mesa, compuesta de muchos productos que le gustaba al difunto.

Faltando pocos minutos, las velas de la mesa preparada para el difunto o los angelitos (niños fallecidos), fueron encendidas, en señal de la llegada de las almas, quienes una vez al año, justo en estas fechas arriban al lado de sus familiares, donde un día vivieron.

La tradición indica que justo a las 12:00 del mediodía, de cada 1 de noviembre, las almas o espíritus retornan a sus hogares en la tierra para quedarse junto a sus familiares durante 24 horas, siendo que el recibimiento según las costumbres, deberá ser de lo mejor para este ser querido.

Una mesa donde no faltaron los platos de comida preferida por el difunto como la sajta de pollo, el ají de arveja, o ají de fideo y aquellas bebidas que eran de preferencia de los fallecidos, no faltaron en las mesas de las almas en varios de los familiares alteños, que honraron la presencia de los espíritus de sus seres queridos.

En este sentido, son varias las creencias que se tiene precisamente en el momento de haber prendido la vela, las que en muchas de las oportunidades cuentan que de repente se apagan o que como en otras ocasiones se dice que llega justo cuando se está rezando alrededor de la mesa.

Entre otras actitudes que se pueden recordar en este momento de la llegada de las almas, hasta donde un día estuvieron en vida, dicen que se siente cómo un viento frío que entra al lugar donde se preparó la mesa y que luego de haber sido recibido, a poco de una media hora, los t’hantaachachis, se nota en sus caretas una especie de muestra de que las almas que llegaron justo al mediodía ya comieron todo lo que se encontraba en la mesa.

Las mesas son adornadas con t’antawawas, escaleras de pan en las que se cree que las almas bajan desde el alaxpacha o cielo andino, además se pusieron las cañas entrelazadas que se dice son el bastón con el que se apoyan los espíritus y las cebollas con flores o t’hokoros que les calman la sed.

De la misma manera se pusieron los infaltables caballos, de los cuales se dice que no debe faltar, porque en estos animales representados o hechos de harina, llegan las almas.

El Día de los Muertos o como en Bolivia se lo conoce más: Todos Santos. Es una festividad llena de muchos significados espirituales. En nuestro país es una fiesta familiar en la que se recuerdan a los seres queridos que partieron a una mejor vida. Y a pesar de los años y la incursión de otras culturas o festividades, aún permanecen en las familias bolivianas.

En este primer día, durante la tarde y noche, las familias recibieron a personas o los mismos familiares que visitan para rezar a sus fallecidos. Si el difunto falleció recientemente, los familiares también reciben visitantes extraños, entre ellos: adultos mayores que rezan y grupos de niños que cantan alabanzas. Al final de los rezos o cantos, tanto adultos como niños reciben masitas, empanadas, dulces o incluso algún plato de comida.

El Diario

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