Encuesta devela giro electoral: el voto castigo al MAS da ventaja a la oposición, pero sin hegemonía clara

La primera medición nacional de Ipsos-Ciesmori retrata un electorado fragmentado, desilusionado y en transición ideológica, donde la derecha ampliada arranca con ventaja frente a un progresismo sin figura dominante

La primera encuesta nacional de intención de voto, presentada por Unitel y realizada por Ipsos-Ciesmori, marca el inicio del proceso electoral rumbo a las presidenciales en Bolivia y deja al descubierto un escenario político profundamente fragmentado. Tres candidatos lideran el sondeo: Samuel Doria Medina (19,1%), Jorge Tuto Quiroga (18,4%) y Andrónico Rodríguez (14,2%), con una marcada dispersión del voto y un alto porcentaje de indecisos, lo que anticipa una contienda aún abierta.

Prensa Libre

Doria Medina representa una centro derecha pragmática y empresarial, Tuto Quiroga encarna el perfil conservador clásico y abiertamente antimasista, mientras que Andrónico Rodríguez aparece como una figura juvenil, aunque vinculada al ala dura del MAS, liderada por Evo Morales. La diferencia ideológica entre los tres marca un nuevo tablero político donde el progresismo ya no tiene el control del relato ni una candidatura hegemónica.

La encuesta refleja, además, que la derecha ampliada —formada por liberales, conservadores y populistas— tiene hoy mayores posibilidades de capitalizar el voto útil, aunque carece aún de un liderazgo dominante y de una narrativa renovadora. Candidatos como Jaime Dunn, del frente liberal Nueva Generación Patriótica, podrían inclinar la balanza si logran posicionarse como alternativa al desgaste político tradicional.

Mientras tanto, el progresismo se muestra resquebrajado tras las divisiones internas del MAS y enfrenta una crisis de representación. Rodríguez, Eva Copa y Eduardo del Castillo apenas superan el 18% conjunto. La falta de conexión con una ciudadanía golpeada por la crisis económica, y el rechazo al gobierno de Luis Arce, alimentan un voto castigo que favorece al bloque opositor.

Desde una mirada histórica, Bolivia parece transitar de una hegemonía progresista instalada desde 2005 hacia una etapa de mayor pluralidad conservadora, pero sin garantías de gobernabilidad ni proyectos consolidados. Aunque Doria Medina lidera en varios departamentos —Tarija, Potosí, Chuquisaca y Pando—, lo hace con márgenes ajustados. Tuto Quiroga lo sigue de cerca, pero su discurso radical limita su crecimiento. Rodríguez, por su parte, no logra consolidar liderazgo regional ni nacional.

A pesar de la presencia de rostros nuevos, ninguna figura logra aún enamorar a un electorado harto de polarización y de promesas incumplidas. La encuesta también refleja que más del 27% de los votantes están indecisos o expresan rechazo a todos los candidatos, lo que pone el foco en quién logre unificar discursos y canalizar el descontento más que en quien grite más fuerte.

En conclusión, la derecha parte con ventaja, pero sin estructura sólida ni candidato imbatible. El progresismo queda golpeado, sin liderazgo claro y con un MAS que pierde influencia simbólica y territorial. La transición ideológica está en marcha, pero el desenlace sigue abierto. La lucha por el poder apenas comienza, y Bolivia aún puede cambiar el rumbo en el último tramo del camino electoral.