«Marchamos por nuestra tierra, cultura y dignidad»
Emilio Noza, María Catalina Iragriga, Gabriel Vásquez, Cristóbal Huanca y Magdalena Cuéllar son cinco de los cerca de 500 indígenas que marcharon desde Trinidad hasta Santa Cruz para denunciar los avasallamientos a sus tierras.
Ellos contaron cómo fueron estos 37 días de marcha desde Beni, en la que sufrieron primero por las lluvias, el frío, el intenso sol y la falta de agua durante las largas jornadas en las que recorrían hasta 20 kilómetros por día.
Ahora esperan que el Gobierno pueda escuchar sus demandas, que fueron olvidadas tras la primera marcha de 1990.
Emilio Noza, indígena de Beni
“En la marcha hubo momentos críticos, por el sol, el frío, la sed, las ampollas y los calambres, pero no importa, porque nuestras demandas son legales. Denunciamos al país y al mundo que hay un gobierno que nos quiere quebrantar la moral como pueblo indígena. Ahora esperamos que nos puedan escuchar”.
María Catalina Iragriga, guaraya
“Soy de la nación guaraya y estamos en la Marcha Indígena porque exigimos el cumplimiento de nuestros derechos que están escritos en la Constitución y que el Presidente (Luis Arce) atienda nuestras demandas. Nosotros hemos marchado desde Trinidad por nuestra tierra, nuestra cultura y nuestra dignidad”.
Gabriel Vásquez Garnica, chaqueño
“Tengo 68 años y hemos llegado junto a otros 30 paisanos desde el Chaco tarijeño, somos del pueblo weenhayek y hemos marchado para que no sigan los avasallamientos a nuestros territorios, a nuestro hábitat. Ahora acompañaremos al diálogo y esperemos que el Gobierno nos pueda escuchar”.
Cristóbal Huanca, líder de Conamaq
“Acompañamos como dirigentes de la Conamaq la marcha de los pueblos indígenas de tierras bajas, porque la lucha es una sola y los derechos son los mismos. Pedimos que se cumpla la Constitución y el Convenio 169 de las Naciones Unidas. Denunciamos que nuestros derechos son vulnerados por el Gobierno”.
Magdalena Cuéllar, guaraní
“La caminata fue difícil, por eso nos apoyamos entre todos los compañeros. Cada día terminábamos con las ampollas en los pies y los calambres, pero nada de eso importa porque llegamos a Santa Cruz, que era nuestra meta. El Gobierno debe escucharnos, no podemos marchar pues en vano más de un mes”.
Pagina Siete.