En el Día del Trabajo, el magisterio urbano boliviano llevó a cabo una medida de protesta drástica y simbólica. Diez maestros se crucificaron exigiendo al Gobierno que escuche sus demandas y otorgue mayores recursos para la educación, ítems y la revisión de la nueva malla curricular.
Esta manifestación se llevó a cabo en medio de la novena semana de protestas de los maestros en La Paz, quienes han sido víctimas de maltrato y amedrentamiento por parte del gobierno. Incluso, más de 120 maestros han resultado heridos y cuatro han sido arrestados. A pesar de esto, el ejecutivo nacional del magisterio, Patricio Molina, afirmó que no se rendirán y continuarán en las calles luchando por sus derechos.
Molina también ratificó la intención de iniciar un tapiado y recordó que el piquete de huelga de hambre vigente lleva siete días. «Queremos decirle al gobierno que si piensa que el magisterio urbano de Bolivia se va a cansar, no lo va a hacer y vamos a seguir en las calles porque hoy más que nunca ratificamos nuestra unidad hasta lograr nuestras reivindicaciones», declaró.
Por su parte, el ministro de Educación, Édgar Pary, rechazó la radicalidad del magisterio urbano y afirmó que se están atendiendo sus demandas. Pary indicó que se han ofrecido 8 mil horas para cubrir el déficit histórico que reclaman los maestros, y que se ha llegado prácticamente al 100% en las materias de Física y Química. Sin embargo, los maestros consideran que 8 mil horas son insuficientes, ya que el déficit es de 700 mil horas. Además, ratificaron su rechazo a la nueva malla curricular para este 2023 y acusaron al Ministerio de improvisar.
En conclusión, el magisterio urbano boliviano sigue luchando por sus derechos y exigiendo al Gobierno que atienda sus demandas. La crucifixión de los maestros en el Día del Trabajo es un recordatorio simbólico de su compromiso y su unidad en esta lucha.