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Vice dice que activistas quedaron mudos ante colapso de Alpacoma

El vicepresidente Álvaro García Linera arremetió en contra de activistas, ambientalistas e incluso “periódicos hipócritamente ‘sensibles’ con el medioambiente” por el presunto silencio que mantuvieron por el colapso de Alpacoma.

A base del concepto de “racismo ambiental”, el Segundo Mandatario -en el artículo “Alpacoma y el racismo ambiental”, publicado en La Razón- señala que el deslizamiento de 850 mil metros cúbicos de basura, ocurrido a mediados de enero, es el “desastre ambiental más grande y peligroso de las últimas décadas” en La Paz. No obstante, la autoridad subraya que “mayor silencio y complicidad ha obtenido” de instituciones y medioambientalistas.

En el texto, García Linera critica a CEDLA, CEDIB, Fundación Solón, Fundación Tierra, Inesad, Jubileo, Derechos Humanos de Bolivia, periódicos, exasesores ambientalistas de Usaid y otros, a los que les dice que se quedaron “mudos y ciegos ante la catástrofe que golpea a La Paz”, y evitaron movilizaciones, talleres o denuncias internacionales en favor de la tierra.

“Todos ellos se han puesto de acuerdo para guardar un silencio cómplice y extirpar momentáneamente de su vocabulario la palabra medioambiente para no perjudicar políticamente al alcalde de la ciudad (Luis Revilla)” o “puede afectar al candidato que hará frente a los indios en octubre”, se lee en el artículo publicado por el Vicepresidente.

Convicciones y color de piel

“Pero lo que ya es indigno”, dice García Linera en su texto, es el “oportunismo mercenario con el que los ideólogos del conservadurismo mercadean sus convicciones ecológicas”, porque “si les hacen daño a sus enemigos” son “furibundos medioambientalistas dispuestos a inmolarse para defender el bosque”.

Sin embargo, según el Vicepresidente, si “la perturbación ecológica afecta a aymaras, campesinos o a vecinos y comerciantes de la ciudad, no es un tema ambiental digno de mencionarse”.

A su juicio, “el medioambiente que les gusta reivindicar no es el que afecta a campesinos vinculados al mercado ni a los barrios populares de las ciudades; mucho menos si se trata de indígenas, migrantes y trabajadores que los han sacado de los cargos de poder heredados por apellido”.

Entonces -continúa-, “las convicciones ecológicas tienen color de piel y estirpe. Si son de familias notables las que talan el bosque, derraman desechos tóxicos, se considera una actividad empresarial ‘amigable’ con el medioambiente”.

Pero, según García Linera, “cuando se trata de indígenas en condición de mayoría política y demográfica, culpables de arrebatar privilegios de clase a las viejas élites decadentes, son ‘indios malos’, depredadores, sin derechos sociales y mucho menos ambientales”.

Excepcionalmente, argumenta la autoridad, “si se trata de minorías indígenas, en condiciones de debilidad política regional o de subordinación laboral, entonces son ‘indios buenos’, verdaderos, dignos de postal” hasta susceptibles de “una pasarela de adscripción honoraria en la ‘blanquitud’ señorial”.

García Linera considera que “para este tipo de medioambientalismo, la naturaleza a proteger es aquella que debe estar alejada del ruido urbano y conglomerados populares politizados”.

El Vicepresidente protesta en su artículo contra la oposición regional que encontró el asentamiento quechua en la reserva forestal de El Paquió, en la población cruceña de Roboré. “Toda la trama de impostores ambientales salieron a denunciar que, poco menos, las lluvias de todo el país estaban en peligro por el destructor chaqueo de unas decenas de familias quechuas”.

Punto de vista
Pablo Solón Activista

Vice oculta su responsabilidad en la deforestación

En relación a que no habríamos expresado críticas al Gobierno Municipal de La Paz por el desastre de Alpacoma debido a que tendríamos afinidad de piel con Revilla, debo recordar que desde el primer día del desastre de Alpacoma expresé mis cuestionamientos en cuatro programas de Cabildeo Digital, APLP radio online, RTP y mi página de Facebook donde escribí el 17 de enero: “La empresa Tersa, la alcaldía, los que hicieron los estudios de impacto ambiental, los que los aprobaron y debían dar seguimiento… tienen que responder por la tragedia de Alpacoma. Pero también cada uno de nosotros tenemos que preguntarnos si no estamos contribuyendo de alguna manera a estos desastres. Y sobre todo ¿qué debemos cambiar?”.

García Linera, que no es indígena, quiere escudarse detrás de los indígenas para ocultar su responsabilidad en la deforestación que sufre el país. Del análisis de un documento oficial del Gobierno de Bolivia, presentado el 2015 ante la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, se desprende que se deforestarán tres millones de hectáreas en el país en el período 2016 al 2030. Esta superficie es equivalente a dos veces el área del TIPNIS que alcanza a 1,3 millones de hectáreas.

García Linera para ocultar las manchas de sangre de este grave crimen contra la Madre Tierra recurre, al igual que Trump, a negar los efectos de la actividad humana sobre el cambio climático, y niega que la deforestación, que llegó a 295.777 hectáreas según la ABT sólo en el año 2016, tenga alguna incidencia en el agravamiento de las lluvias, sequías, inundaciones y desastres que cada vez afectan más a Bolivia.

Pagina Siete.

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