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Deportes extremos sin norma ni regulación acarrean altos riesgos

En Bolivia no existe un reglamento específico que norme el turismo de aventura ni el deporte extremo. Ante el vacío legal, las prestadoras que ofrecen estos servicios deben aplicar normas y protocolos internacionales. La semana pasada un joven falleció en un accidente cuando esquiaba en Charquini, fue el último de varios hechos fatales registrados en el país.

Después del deceso del joven, se cerró el acceso al popular glaciar, ubicado en el municipio de Zongo, de La Paz. “Es hermoso el nevado Charquini. Está cubierto por un manto de hielo y nieve, pero no pudimos caminar hacia la cima”, comentó Marlene C., una turistas que llegó al sitio al día siguiente de la tragedia.

El 18 de agosto la Gobernación de La Paz comunicó a las operadoras de turismo la suspensión de actividades en el glaciar de Charquini hasta nuevo aviso. Anunció también medidas de prevención y protección en este sitio turístico.

“Hemos visto que hay exceso de gente que está visitando Charquini. La capacidad de carga está en exceso. Son más de 600 personas que van cada día. El día que falleció el practicante de esquí había 659 personas. El feriado del 6 de agosto fueron 1.000”, informó el director de Turismo de la Gobernación de La Paz, Rafael Ponce.

Tragedia en el paraíso

La práctica de deportes extremos conlleva riesgos que pueden ocasionar la muerte. En el caso del joven practicante de esquí, que falleció en las alturas del glaciar de Charquini, ni él ni su grupo de amigos -cuatro personas- tenían la supervisión de un guía profesional.

La operadora Turismo Extremo Bolivia, antes del instructivo de la Gobernación, era una de las prestadoras que ofrecía Charquini como uno de los destinos turísticos para los aventureros.

“Sólo algunas agencias pequeñas o ilegales ofrecen el esquí (en Charquini). No es un lugar recomendable para realizar ese deporte, es como patinar sobre hielo”, alerta José Uscamayta, gerente propietario de la operadora.

Explica que hace un año las visitas no eran frecuentes a esa zona porque la gente prefería ir al Huayna Potosí; pero de a poco el Charquini se convirtió en un “boom” turístico.

A criterio de Uscamayta, ese glaciar no es apto para el esquí porque, si bien tiene una superficie semejante a dos canchas de futbol, no es suficiente para practicar ese deporte de montaña que precisa de al menos cinco kilómetros de pista o espacio de pura nieve, no hielo.

“Los profesionales sí pueden practicar, pero las agencias no lo promocionamos porque hay poco espacio. El esquí se lo hace en nieve, en pleno invierno. Acá la nieve no es como en Europa o Asia”, aclara Uscamayta.

Otros accidentes

En el país se registraron diversos accidentes que cobraron la vida de algunos aventureros. En 2017 por una falla en el sistema de seguridad, una joven de 20 años sufrió un accidente en la práctica de bungee jumping en el puente La Negra, ubicado en la carretera antigua entre Santa Cruz y Cochabamba. Los soportes elásticos no detuvieron su salto y la muchacha cayó al río.

En junio de 2019, un turista español murió y otro quedó herido cuando ambos cayeron unos 180 metros mientras escalaban un nevado de 5.375 metros de altitud cerca de La Paz. En julio de ese mismo año, el instructor Brayan Vera perdió la vida cuando volaba en parapente con un turista en La Paz.

En marzo de este año, el tarijeño Iver Ferrufino, tras una aparente mala maniobra de su instrucción, impactó contra un cerro mientras realizaba parapente. Sobrevivió pero quedó con serias lesiones en el pulmón y múltiples fracturas en sus costillas, brazos y piernas.

Sin norma ni regulación

En Bolivia no hay un reglamento específico para el turismo de aventura que organiza prácticas de deporte extremo. Autoridades y operadoras coinciden en la necesidad de establecer estándares de seguridad para las prestadoras de servicios, cuyo control ahora recae en las gobernaciones.

“No hay una ley que rija actualmente, no hay normativa. Estamos preparando el plan departamental de turismo que incluirá muchas cosas porque ahora hay vacíos jurídicos. La Gobernación se limita a otorgar las credenciales para los guías”, sostuvo el director departamental de Turismo de La Paz, Ponce.

Tampoco hay listas actualizadas de las empresas legalmente establecidas que ofrecen servicios de turismo.

Según datos del Viceministerio de Turismo, en 2017 contaban con registro 1.532 empresas de hospedaje, 394 operadoras de turismo, 377 agencias de viaje y 370 guías autorizados.

Para las operadoras urge la actualización y difusión de los registros, porque, debido a los vacíos legales y la falta de control, existen muchas empresas ilegales que contratan a guías sin experiencia, sin formación especializada ni conocimientos de los protocolos internacionales.

Supervisión especializada

Debido a estos vacíos legales, guías y personal de las operadoras se capacitan independientemente acudiendo a profesionales extranjeros para obtener certificaciones y avales internacionales para ejercer la profesión, sobre todo en deportes extremos y de alta montaña que requieren formación especializada.

Es el caso de la cholita escaladora y guía profesional Ana Lía Gonzales, que tras descubrir su pasión por el turismo de alta montaña no sólo se empeñó en practicarlo, sino también en capacitarse para adaptarse a las exigencias de ese campo.

“Yo he pasado el curso para ser líder de montaña y guía de trekking. También me capacité en atención prehospitalaria que es el sistema de comando de incidentes en caso de cualquier emergencia o accidente que suceda en la montaña”, afirma.

Ana Lía y otros guías se capacitan en la Escuela de Guías e Instructores en Técnicas de Montaña (IGTM) y en Socorro Andino Boliviano (SAB) que los forman, sobre todo, en protocolos en caso de incidentes.

Los riesgos

Como guía profesional, Gonzales recalca que los deportes de aventura implican riesgos, sobre todo si no se tienen los implementos de seguridad ni la supervisión de un instructor.

“Tenemos que usar un montón de herramientas. Hay que estar preparado, ir con cuerda, con casco de seguridad, con crampones. Hasta a veces es necesario llevar camilla”, aconseja.

En caso de emergencia cuando practican turismo de alta montaña -la especialidad de Gonzales- los guías con formación saben cómo actuar. “Si hay un accidente, yo tengo que ir a revisar el estado de la víctima, sus signos vitales, luego estabilizarla y, lo más importante, activar la alerta de emergencia para que vengan a ayudar de acuerdo a la gravedad. Pero hay agencias que no conocen este protocolo”, alerta.

Respecto a los excursionistas que se aventuran sin supervisión, Gonzales tiene una posición clara.

“La montaña no es peligrosa. Nosotros provocamos el peligro porque no sabemos a qué terreno estamos entrando. No estamos haciendo un análisis y hay mucha gente que no es consciente de los riesgos. Tampoco es para asustarse, pero uno tiene que ir con gente que conoce bien el lugar o con agencias especializadas”, recalca.

“No hay una ley, no hay normativa. El plan departamental de turismo incluirá muchas cosas porque hay vacíos jurídicos”.

Rafael Ponce, Gobernación

Pagina Siete.

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